Un payaso con talento

Micah P. Hinson ya es como de la familia, en los últimos años ha visitado Cantabria media docena de veces aproximadamente, si no han sido más. La última, el pasado viernes 12 de junio en la filmoteca Bonifaz, tan solo seis meses después de su actuación en el Palacio de Festivales. Eso sí, conciertos totalmente diferentes, primero, porque en cada uno venía con un disco nuevo bajo el brazo y segundo y más importante, en el CUVA se hizo acompañar de los maños Tachenko y este último era Micah sólo. El músico sin red. Su acústica avisaba como en su día la de Woody Guthrie… “This machine kills fascists”…

El americano tiene pinta de niño huérfano, desamparado, tengo dudas de si es el que recibía todas las collejas en clase, o es el que las daba, todavía guarda esa rebeldía adolescente, el más travieso del grupo, el raro porque sí. Ya sabemos que sus fechorías cuando era más joven, dieron con sus huesos en la cárcel… después del túnel vio la luz y resurgió como el Ave Fénix… ahora es un artista reputado, muy querido en Europa (Imagino que no tanto en su país natal debido a su discurso antiamericano) y con visos de seguir creciendo. No en vano las entradas de dieciocho euros, en cualquier otro caso hubieran disuadido a gran parte de la audiencia, el otro día casi lleno. Nada más salir al escenario, enciende un pitillo, comienza su discurso, tras unos minutos se pone a la faena. La banqueta que había a su lado no sirvió más que para posar la cajetilla… el músico despista, es diferente, su espíritu libre, su extraño aura hace posible la combinación de momentos de mágica solemnidad con ratos hilarantes más propios del “Club de la comedia”.

Parece que construye las canciones sobre la marcha, el concierto en sí se convierte en un ente vivo, misterioso, nunca sabes lo que va a pasar. El músico bipolar va de la imperfección a la excelencia, se muestra indeciso, ansioso, deambula de aquí para allá, no deja de mirar su reloj de cuerda… combina canciones e historias… Entiendo que un negado como yo con el inglés, se está perdiendo la mitad de la gracia, pero es la penitencia que merezco por no estudiar. A juzgar por las carcajadas de la gente, debe de ser muy divertido lo que dice… él en sí, es todo un personaje.

Tuvo grandes momentos como “2s and 3s”, “Close your eyes” o las versiones de Elvis “Can’t help falling in love” o John Denver “This old guitar” pero nada como “The day Texas sank to the bottom of sea”. Micah encaró la canción con la seriedad que requería el momento, una mano en el mástil y la otra al aire, la izquierda pellizcaba las cuerdas levemente, se estaba cociendo algo gordo, en el silencio la historia crecía, él te clava la vista detrás de sus gafas de pasta, para en seco, traga saliva, apenas un segundo o dos y parece que el mundo se para, sigue cantando al micro de los años cincuenta… somos pasajeros de un vehículo al pairo pilotado por un excéntrico joven, nos lleva por caminos abruptos, nos tiene donde él quiere, podemos sentir la adrenalina… tiene la mirada perdida, no sabemos qué pasa por su cabeza pero no parece nada bueno… vamos a descarrilar, el músico acelera y los alaridos casi hacen daño, su alma grita hasta poder sacarse la camisa de fuerza que le hace prisionero, todavía más intenso, todavía más sórdido… la canción acaba, para habernos matado. En los bises nos regala la preciosa “Beneath a rose” y ese maravilloso rasgueo de guitarra, las cosas delicadas y sencillas también pueden tener un valor enorme. Tras una hora y veinte aproximadamente el músico se retira, sigo con la sensación de haberme perdido muchas cosas, también veo una montaña rusa discontinua pero excitante en muchos tramos, imperfecta pero con destellos geniales, para lo bueno y lo malo, un artista diferente.

2 comentarios sobre “Un payaso con talento”

  1. ¡¡¡Buenísimo Micah!!!. El Evangelio del Progreso es una obra maestra. Me encanta ‘Don´t You’, incluso más que la versión del álbum una versión en directo en Radio 3 que circula por Youtube, revísental porque me pone los pelos de punta. Luego hay una versión que hace en un disco tributo a Jeff Buckey (Yard of Blonde Girls) que, llevándola a su terreno, supera el original (y ésta es una apreciación de un devoto fan de Jeff Buckely).

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