Se hizo la oscuridad

Carlos y Aparecida se la han jugado este mes de noviembre con dos conciertos. The Strugglers el jueves seis, y Swell más Tara Jane O’Neil el miércoles diecinueve. Parece que no les ha salido mal del todo. Por lo menos no han palmado pasta. En los tiempos que corren ya se puede dar por bueno. Es un principio, seguro que a no muy tardar, programan alguna cosa más. Me imagino que dependa también del sello “Acuarela”.

El miércoles la sala Picos de Liérganes tuvo una más que aceptable entrada. Estoy seguro que si el concierto hubiese sido en Santander, no hubiera ido más gente. La Picos mantiene siempre una media que permite ver el bar más o menos lleno. Todo esto, a pesar que estas últimas propuestas no tienen mucho que ver con lo que habitualmente pasa por allí. Algún amigo diría que es música “palanca”… bueno, los que fueron al Tanned Tin en alguna ocasión se pueden hacer una idea.

Swell empezaban la sesión, única fecha en España ya que andaban de gira por Europa y les pillaba de paso para Portugal. Me esperaba algo más encendido, más grunge… me dejaron algo frío, la verdad. En el escenario tan solo batería, una eléctrica, un ordenador, un teclado de estos tipo “casiotone” y una acústica destartalada. La cosa se fue animando conforme avanzaba el concierto pero nunca llegó a impresionarme. No se cómo definir su música, un híbrido de varias cosas que se disipaba delante mío sin apenas hacerme cosquillas. Como las burbujas de la Coca-Cola de dos litros cuando ya la has abierto varias veces, sin gas. Hubo algún momento destacado como South of the rain and snow, el slide esta vez si daba en el clavo, había algo haciéndome reaccionar, en cierta manera la canción me recordaba algo al Forever de Cracker… Think about tose days y esos teclados bien profundos, la hipnótica Sunshine everyday que trajo a la cabeza el Space Oddity de Bowie… el batería y su curiosa manera de tocar, detalles sueltos pero que para mí, no fueron suficiente. Encima no les vi excesivamente motivados.

Tara Jane O’Neil era la siguiente, aquí la economía de recursos se hacía evidente. Voz y guitarra y de vez en cuando el batería de Swell acompañando de manera tibia. Con eso poco la bastó, hubo una canción que tuvo más intensidad que todo el set de sus antecesores. Tara rápidamente pidió “luces fuera” y lo que quedaba a mi vista era la endeble figura de una chica que parecía pedir auxilio en cada una de sus tonadas, ese perfil al contraluz, esa figura solitaria pero poderosa… la chica trasmitía la ternura del animal herido, de vez en cuando parecía revolverse y gritaba “ole, ole, ole”. Levantaba el ánimo, se ponía guerrera, abroncaba a un chaval de la primera fila, había algo que la molestaba. En su caminar, no quería estar sola y repartió cascabeles entre el público para poder crecer a la vez que su canción. En ese festival cascabelero y noise, la sombra de la Velvet Underground se hizo presente. Los pellizcos de guitarra iban desgastando poco a poco mi resistencia. Luego llegó el Believe que cantaba Cher y quedé fundido con esa preciosa voz. El concierto me estaba convenciendo, si no hubiera sido por los constantes parones para acoplarse con el batería… A los tres cuartos de hora, Tara paró, las luces se encendieron y el Surrender de Cheap Trick me puso como una moto. Salíamos de la oscuridad.

Fotos: Mick 69