El teatro CASYC se convierte al “rock”

El pasado viernes 29 de enero Cracker se acercaban a Santander. Una de las mejoras bandas americanas de los últimos años protagonizaban el segundo pase del ciclo “Desconciertos”. Todavía tenía el buen sabor de boca que nos dejó Imelda May hace escasa semanas. Nos esperaba otra velada con aire de gran cita. Además todos los indicios eran favorables. Los comentarios del público durante la gira no bajaban de “buenísimos, cojonudos, sobresalientes…”

Yo no tenía duda, eso sí, la gente los había disfrutado en salas, a nosotros nos esperaban las butacas del teatro CASYC de Tantín. Muchas veces tengo que revolverme en mi localidad para no saltar, los arrebatos quedan reducidos a espasmos de felicidad, supongo que es una sensación parecida a la que pueda tener un mudo que quiere gritar. En cierta manera, estás encerrado en tu propia felicidad, el placer existe pero es muy introspectivo, y todos sabemos que uno de los mayores placeres de los directos, es el sentimiento de comuna y asociación, la canción coreada de manera unánime, las palmas propagadas a velocidad de virus letal…pequeños detalles. Esas cosas no se dieron o no me enteré. Estaba cómodamente ubicado en primera fila, frente al gran Johnny Hickman, viendo sin ningún tipo de obstáculo toda la capacidad de este excelente guitarrista. Solo para mis ojos, pero sin ojos en la nuca.

Está claro que lo que se pierde por un lado, se gana por el otro. El sonido y visibilidad son impecables, la falta de verbena colectiva se sustituye por un placer íntimo y reposado, en cierta manera, tántrico. No se desborda pero te baña durante toda la actuación. Pero eso se consigue con un repertorio al alcance de pocos grupos. Y es que Cracker no tienen canciones de relleno. Hicieron un concierto perfecto y cuadrado como este febrero de 2010. (Cuatro semanas puras de lunes uno a domingo veintiocho).

Desde la primera Been around the world sin pisar el freno, pero a velocidad constante. Los que conocen la trayectoria de la banda ya sabrán que siendo un grupo de rock, unas veces tiran más al country y otras a los sonidos directos y secos, más punk si se quiere decir. Tan simple como dos guitarras, dos voces, bajo y batería (sólo acompañados en tres canciones por la teclista de Euro Trash Girl). Con esto les da para pellizcarte el alma como en Big Dipper, una balada cargada de tensión. Las notas de Johnny, en medio de esa canción susurro, eran como unas manos imaginarias estrujando mi corazón de plastilina. Moldeado al antojo de esos músicos que tienen la capacidad de llegar más allá. De seguir fundiéndote donde otros paran, de cavar hasta donde otros no llegan, de llegar al núcleo, al fondo, de dejarte al descubierto. Con One fine day alcanzaron también unas complicadas cotas de violencia emocional. En estas canciones te van macerando poco a poco, pero en otras te sueltan el bofetón de manera directa y plana. Low o Movie star son dos misiles inteligentes y efectivos… también tenemos canciones más cálidas como Happy Birthday o I see the light seguidas con ligeros cabeceos, el talón tampoco para de golpear la moqueta… no puedo estar firme. Con Yalla, Yalla, David nos contaba que han pasado a ser un grupo muy escuchado por los militares americanos en Irak. Con Lonesome Johnny Blues o Mr Wrong podemos imaginar los rodeos, las cantinas, los luminosos de los moteles de carretera, etc. Aromas de sur, recogidos fielmente.
Hey Bret (you know what time it is) da prueba del potencial de la desgarrada voz de D. Lowery, tiene un poso especial, como de cantante ajado y experto. Una voz con solera, uno de los puntos fuertes de la banda. Después de una hora y media de temazo, tras temazo se retiran y en el bis arremeten con Another song about the rain… tengo que apretar fuerte para no lagrimar. Santi, déjalo que sangre ¡Qué maravilla! Acaban con Sunrise in the land of milk & honey. Al día siguiente me entero que en los bises comunicaron a David Lowery el fallecimiento de su padre, que estaba enfermo desde hacia un tiempo. Habían decidido girar a pesar de la situación. Esto, unido a la reciente muerte Don Smith (productor del grupo) da más valor, si cabe, a la actuación y la gira, aclamada de manera unánime por público y crítica.

Antes, Euro Trash Girl, que toman el nombre de una canción de Craker, empezaban a meternos en harina. Los valencianos hacen rock-pop bien ejecutado pero demasiado aséptico. Desconozco cual es la sensación que dejarán en el disco, pero en directo les sigue faltando mala leche. Bien es cierto que me han parecido más hechos que en su anterior visita, y puede que en la siguiente sigan la escalada, pero todavía les queda.
Los primeros que me vinieron a la cabeza al verlos, fueron los mallorquines Sterling. Por momentos tiraban al pop con claros aires a Teenage Fanclub, alternando con un rock de guitarras más vitaminado, claro heredero de bandas americanas de los noventa y con la sombra de Neil Young sobre el quinteto en muchas ocasiones. Al final queda esa sensación de “no está mal, pero no me vuelven loco”, y más después de Cracker, que dejaron tierra quemada a su paso.

Texto: Santiago V. M.
Fotos: Gonzalo Valencia

4 comentarios sobre “El teatro CASYC se convierte al “rock””

  1. hola, un gran concierto de una banda solvente y compacta de rock americano, hora y cuarenta minutos para un grupo que demostró que tiene un buen repertorio que justifica su carrera.

    Gustos aparte, da pena que no se llene un escenario pequeño ante un grupo de calidad. Yo estaba en primera fila pero no creo que se llegara a los tres cuartos. Eso si luego nos quejaremos que no traen conciertos, que tal y cual que la culpa la tienen las instituciones etc.

    Yalla, Yalla

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