El Palacio se puso en pie (CUVA Festival, 5ª edición)

Fotos: Roberto Ortiz (Rortiz)

Así fue, por lo menos durante varios momentos de esta quinta edición, mucha gente tomó las escaleras, los pasillos, la parte baja del escenario y bailó y bailó sin descanso ni desmayo. En algunos conciertos como el caso de Sharon Jones, la totalidad de la Sala Pereda estaba arriba, los que no quemaban punta y tacón, reposaban el culete sobre el respaldo de su butaca, permanecer sentado era “no ver nada” y aparte de eso… ¿Quién puede estar sentado ante semejante derroche?
El CUVA, que por tradición hubiera sido en diciembre de 2011, este año cambió a enero del 2012. La organización había estimado que el puente de Reyes era más goloso de cara al público, pero al final se celebró el 7 y 8 de enero, en lugar del 6 y 7… (Tampoco se aprovechó el puente como tal). El resultado fue un sábado lleno y un domingo casi vacío. No puede haber dos días tan diferentes, un festival de varios días no debe parecer un festival de una noche. Y más aún, no puede ser que la gente sólo venga el día que hay un artista de cierto renombre. Lo que es verdad, y de eso no tiene la culpa el que paga su entrada, es que el lunes era laborable. (La gente trabajaba, el que tiene todavía la suerte). Supongo que habrá alguna razón poderosa para no haber aprovechado mejor las fechas, pero si esa razón existe… ¿Por qué el cambio de mes?

CUVA significa “Cultura de Vanguardia”. No se puede decir que un cartel con grupos de blues, soul o rock americano entre otros, sea mucha vanguardia, yo diría más bien, retaguardia. Bien, puedo aceptar que sea sólo un nombre… por lo que parece, la idea era acercar músicas poco habituales a lo programado como norma en el Palacio de Festivales. Le pusieron CUVA por no poner CUDEMUPOHA, por ejemplo… Sí, puede que yo sea demasiado pejiguero. Hay que reconocer, por otra parte, que si hay una bomba nuclear, seguramente lo único que se salvaría, serían las ratas y el rock and roll. Al final, por lo que se ve, todo el mundo acaba abrazándolo. Ya sólo falta un SONAR con grupos de rock.

No me convence mucho, pero bueno, puedo admitir que lo mismo el problema se soluciona simplemente olvidándose del nombre y de la vanguardia, ahora bien… ¿Y la novedad? El 90% de los grupos los hemos visto en Cantabria en los dos últimos años, algunos como Right Ons hasta tres veces, y en el caso de Slim Cessna’s Auto Club, tres veces en siete meses. Yo he visto ancianos terminales, sin fuerzas apenas ni para abrir la boca, con auxiliares con mucho trabajo y muy poco tiempo, y los purés eran administrados con una gran jeringa y sin miramientos. “Te lo tienes que comer y te lo vas a comer”. Parece que los promotores musicales de este santo país, nos tratan demasiadas veces como a esos viejillos. Si, ya sé, alguno me diréis “Es tan fácil como no ir”.
Ya digo, a mí este cartel, en cuanto a grupos, me parece que superaba cualquier otro año. Simplemente, este año, no ha habido relleno. Recuerdo unos cuantos de pasadas ediciones que están muy por debajo del nivel que pueden ofrecer, a día de hoy, la totalidad del plantel de este año. Eso es verdad, pero no es menos cierto que esto huele a refrito, a resumen de lo mejor del año, en definitiva y por poner un ejemplo, si alguien ha estado viviendo en los dos últimos años fuera de Santander, y de regreso a casa, le ponen este festival, puede hacerse una idea cojonuda de lo que se ha perdido en su exilio y sin duda, disfrutar de lo que otros ya hemos disfrutado en el tiempo de su ausencia.

Para alguien que no se haya cambiado de ciudad, la sensación tiene que ser diferente. Y es que insisto, con estos grupos, las butacas se convierten en un estorbo. Si tus proveedores no tienen otra oferta, cambia de proveedores… o por lo menos, cambia de proveedores para el CUVA. Hay que jugar sin pensar en el rival, siempre igual, con tu propio estilo, con tus propias armas. Si un cabeza de cartel, hace que cambies la fecha y que adaptes el resto del festival, me parece que es ceder demasiado terreno, agradecería más coherencia.

Llegados a este punto, Scala & The Kolacny Brothers era por decirlo de alguna manera, la propuesta más arriesgada, y si quieren, la más coherente. Esto era el jueves, 5, víspera de Reyes, en la Sala Argenta del Palacio, pertenecía al Festival pero había que pagar una entrada aparte. Lo de las “Chicas del Coro” estuvo interesante… un término medio entre la música más clásica, por llamarlo de alguna manera y grupos más pop o rock pero que no dejan de ser mainstream. Un coro de unas treinta chicas reciclaba canciones de U2, Coldplay, Marilyn Manson, Peter Gabriel, Los Planetas o Manu Chao… Sus voces, sólo acompañadas de un teclado, alguna base grabada de vez en cuando, unas pocas proyecciones, y el director del coro. Desde luego, algo diferente y para todas las edades. Eso sí, uniformadas, hubieran provocado más impacto. Como curiosidad, diré que cuando encendieron las luces, sonó de fondo “Sigur Rós”… no se de quién fue la idea pero me olió a cuerno quemado, joder, con las ganas que tengo de ver a esa banda, con las veces que he pensado «En el Palacio de festivales sería para morirse». Fue retorcido y perverso, como una Espaldiña de Ronaldo con un cinco a cero a favor… «Traerlos y dejaros de leches». El viernes y de manera gratuita, Rusos Blancos, Betacam y Patrullero Dj proseguían la fiesta en el Black Bird. El atracón del día de Reyes me dejó seriamente tocado y un sueño infinito me tumbó sin remisión. Me lo perdí.

El sábado 7 fue un día muy serio, empezando por The Puzzles que estuvieron a la altura y demostraron que podemos competir desde aquí con cualquiera. Grupos así hace que parezca fácil, “la música además de maravillosa, parece sencilla” Imagino que no, supongo el gran trabajo que hay detrás, el mérito es hacer que lo palpes como si lo pudiéramos hacer cualquiera de nosotros. Viéndoles, me vino a la cabeza cosas como el Sea of love de Phil Phillips… Unos juegos de voces celestiales como dijo luego Álvaro (TRO). Además, ahora están probando con canciones en castellano. La que nos mostraron dejó muy buenas sensaciones.

The Right Ons salieron con un volumen brutal y sin moverse ni una pizca de lo que yo creo, hubieran hecho en una sala de conciertos al uso. Al principio se hacía todo un poco una bola, poco a poco esa sensación se fue atenuando, no se si por labor de la gente de sonido o simplemente que el oído se acostumbra. Ya lo he dicho tantas veces que me da vergüenza repetirlo una más, es un grupo de directo, unas apisonadoras de rock & roll directo y salvaje. Imposible que no se te suba la adrenalina, incluso en un sitio así. Las nuevas, del Get Out, suenan más descarnadas, densas. El teclado gana protagonismo y ahora, además de los punzantes riffs o el pulso irrefrenable de la base rítmica, hay un aire más psicodélico/sinfónico vistiendo las canciones.

La propuesta deSharon Jones & the Dap Kings fue impresionante, eso está fuera de toda duda. Tal es así, que el lleno fue total. No se si el hecho de compartir banda de acompañamiento con la difunta Amy Winehouse o su aparición en el telediario del mismo día pudieran provocar ese empujón de última hora. (Hasta poco antes la venta no iba demasiado boyante). Admito que a veces hay corrimientos de masas inexplicables. Llegó vio, y venció. Ya conocemos la parafernalia de los grupos de Soul. Intro de la banda, las coristas a modo de calentamiento que cantan unas canciones y la presentación de la protagonista con una majestuosidad digna de Rocky antes de saltar al Ring. La Lola Flores negra no guarda ni un aliento, sus caderas dan motor a unos bailes electrizantes, parece mentira que haya tanto nervio en tan pocos centímetros. Allí todo el mundo participa, los guitarras y la sección de vientos no pueden evitar también balancear sus cuerpos al compás… Los saxos se mezclan en el torbellino de carreras y taconazos, ya a pies descalzos… el trompetista infla sus mofletes y aprieta el culo. Hay que exprimir el instrumento hasta casi reventar. Charito no pierde la voz en todo el set, y no es que se dedique a dosificarla, percute como ametralladora de cargador infinito. No descansa, no para, no se apaga ni eclipsa. No duda en subir a gente de las primeras filas a compartir danzas y sudor. (Los hay con mucho valor).

Los Wave Pictures, como era de esperar, se quedaron con la mitad de la mitad de público. La gente es así, ve lo que les interesa y al resto no se quedan ni a probar. Los que se atrevieron a permanecer lo disfrutaron de lo lindo. Se marcaron un curioso fin de fiesta… parecía un guateque decadente y etílico… Parte de la gente, parecía disputarse el premio de quién bailaba peor… claro que los que no tuvimos el valor, es porque todavía les hacíamos buenos. La verdad es que es una alegría ver a la plebe liberada de complejos y miedos bobos, asaltando el semicírculo que separa el escenario de los primeros asientos. WP se sienten cómodos entre sonidos chatarreros. Esa imperfección les hace auténticos, son capaces de cantar a tres voces una tonada propia de Hooligan pasado, con el corazón en carne viva, o ponerse serios y académicos, como cada vez que David Tattersall arrancaba esos punteos limpios, precisos y personales. Unos pellizcos deliciosos. ¿Quién quiere una púa si se toca así? La gente pidió el bis pero la organización debió pensar que era muy tarde. Yo, contento de que todo el mundo estuviera encantado.

El domingo 8 ya no estaba Sharon Jones, ya no había gente, así de claro y así de triste. La representación cántabra empezó con Mehnai. Lo dicho, si Carmen en lugar de ser Mehnai fuera Russian Red, Zahara o Ani B. Sweet otro gallo cantaría. Es una suerte poderla disfrutar aquí, tan cerca, pero está claro que la dimensión que puede alcanzar su trabajo, no es acorde con su talento. El Our future is Bright que interpretaron el otro día, fue de los mejores momentos de toda la edición. Lástima que sólo pudiéramos verlo unos pocos.

El concierto de Guadalupe Plata hubiera sido mucho más adecuado en sala. Los de Úbeda hacen el blues más cochino, guarro y pantanoso que puedas imaginar. Más profundo y subterráneo que el olor a cloaca de alguno de los baños. (Supongo que la cercanía al mar pueda ser la causa). Las guitarras venían cargadas de grasa, el slide recorre el mástil como un patinador enloquecido, la ejecución, es excesiva, a lo grande. Pedro De Dios tiene que acabar extenuado a la fuerza. La balanza se carga demasiado a su lado, quizás su protagonismo es excesivo, pero es que en este grupo no parece haber término medio. Sorprende la mocedad del guitarra. Toca por debajo de la pata. Hace hasta daño verle rascar las cuerdas sin púa. En algún momento me recordaron a los Pata Negra del “Blues de los niños”… Creo que les sobró un cuarto de hora y no precisamente del final. (Curioso ver un barreño bass en vivo y en directo)

De Slim Cessna’s Auto Club ya estoy un poco hasta el gorro. Esta película ya la he visto, estoy aburrido de ver el mismo teatrillo, se repiten como el ajo. Entiendo que alguien que les vea por primera vez flipe porque a mí también me pasó. Músicos con pinta de personajes de la serie Carnivále, una siniestra revisión del country tradicional, dos cantantes disputándose el protagonismo de la banda y en mi opinión, demasiado circo. Visto una vez, visto todas, después de la primera, se pierde el factor sorpresa. Ahora me parece que predican en desierto.

John Doe me dejó una sensación agridulce. Me gustó tanto que me dio pena verlo el último de todo el festival, con tan poca gente y el cansancio acumulado de los dos días. Sólo faltaba el coche escoba para recoger al personal. Encima, alguno decidió que ya podía hablar en alto y joder a los demás. Insisto, de lo mejor… Rock americano con mucha clase y no exento de cierto nervio. El Pedal Steel verde hubiera ganado un concurso de belleza si se hicieran estos concursos con instrumentos. La rubia que lo domaba, extraía los mejores sonidos, a veces podría pasar por una segunda eléctrica. Bajo y batería daban prestancia y solidez. La voz de John Doe, viajaba amplificada por la de una morena que le acompañaba como segunda cantante. Entre los dos, lograban el equilibrio perfecto.

Por el camino, en comparación con otros años, hemos perdido las “mesas redondas”, la exposición de fotos o la sala de estar “tuneada”. Supongo que se han visto obligados a recortar ciertas cosas. Esperaré a ver con qué me sorprenden el año que viene, claro que lo mismo la sorpresa es que no hay festival. No se hasta que punto al Palacio le compensa seguir auspiciando esta iniciativa. Siendo egoísta, espero que siga compensado.

Texto: Santiago V.M.

2 comentarios sobre “El Palacio se puso en pie (CUVA Festival, 5ª edición)”

  1. Santi, estas aburrido de la película de Slim? pues es la parte 3 y sabes que Loca academia de policía llegó a la sexta…si no recuerdo mal… 🙂 saludos!!!!! un placer leerte!!!!

  2. Qué miedo me das…

    ya no vas a tener festivales donde meterlos…

    Centro Matic, Tindersticks… hay cosas, ya sabes

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