Del country a las estrellas

El pasado jueves 19 de abril, la sala Picos de Liérganes, acogía al americano Bobby Bare Jr.

Hacía un día perfecto, parece que el buen tiempo se asoma definitivamente en nuestro mapa. La duda, como siempre, ¿vendrá mucha gente?. Esta vez no, esta vez estuvimos en familia, al final la cosa presentaba mejor aspecto pero cuando empezó el concierto éramos unos pocos, eso sí, repartidos por todo el bar.

Seguramente todavía es alguien poco conocido en nuestro país, si acaso la edición de su último trabajo (The Longest Meow) por parte de la Houston Party Records y su actuación el año pasado en el Primavera Sound. No se como lo harán desde el sello barcelonés pero tienen un olfato único para descubrir talentos ocultos, venidos muchas veces de sitios tan lejanos como Nashville, por ejemplo.

Parece que el artista ha vivido rodeado de música desde su más tierna infancia. Cuando contaba tan solo con cinco años ya fue nominado a los Grammy por una canción que cantaba a dúo con su padre, conocido artista country. En lugar de dar patadas a un balón, habrá crecido escuchando vinilos.

El concierto comenzó de la manera más íntima, Bobby cogió la guitarra acústica y acompañado únicamente por otro músico al banjo, soltaron tres o cuatro temas de banda sonora. Esos que salen de fondo mientras el protagonista se balancea en la típica mecedora del porche de alguna casa del sur de los Estados Unidos. La música se funde con el sol, mientras este se apaga, las voces se funden también, son pura armonía. En estos primeros compases, de vez en cuando aparecía un pizzicato, y siempre, de manera muy curiosa, una pandereta en el suelo que B.B. Jr. tocaba con el pie. La pinzaba entre el talón y los dedos y la golpeaba rítmicamente contra el suelo.

Un bonito comienzo que hubiera estado mucho mejor sin la “murga” de unos pocos que no paraban de hablar en alto, reír y hacer el “gilipollas” de manera bastante ostentosa. Parece que tenemos asegurada la presencia de este tipo de gente la mayoría de las veces que se va a ver un concierto, no son siempre los mismo, pero si actúan de la misma manera. Cuando hay gente molestan, pero siendo tan pocos como el otro día, joden y mucho. Era imposible que no se dieran cuenta de que a veces quedaban por encima de la música.

Cuando a la pareja que había en el escenario, se añadió el batería y los verdaderos protagonistas iniciaron la parte eléctrica con The Heart bionic, calló el bla, bla, pararon las mamonadas, y pudimos disfrutar de verdad del concierto.
Ahora las canciones eran auténticos viajes. Historias cargadas de minutaje, envolventes, densas, de ida y vuelta, para flotar o para soltar el animal. Rock cósmico, folk americano, psicodelia, pop, una muestra de estilos que subían tan alto como las estrellas. Música que vuela libre para que cada uno interprete como quiera. La pegatina de una gran mariposa en la guitarra eléctrica era toda una declaración de principios.

Es curioso como dieron la vuelta a la tortilla, nada que ver la imagen de la sala a las 22:00 horas y la algarabía que se respiraba una hora después. Lejos de amilanarse, convirtieron la velada en una gran noche de música en directo. Cuando se retiraron la primera vez, ya nadie se daba por satisfecho. Bobby en solitario interpretaba Sister golden hair de America y Where is my mind? de los Pixies. Sacaba la voz de lo más profundo de su estómago, a veces no hacía falta ni el micro. Luego, con el resto de la banda mezclaron el Break on Through de los Doors con Billie Jean de Michael Jackson. Podíamos esperar cualquier cosa. La presencia de parte de My Morning Jacket en el disco, se hacía más que palpable, y con Borrow your cape llegaba el éxtasis. Era imposible permanecer al margen, había que entrar en la espiral y nos metimos hasta dentro. Toboganes de sube y baja, teclados como algodones y toda la tensión en las guitarras…

Bobby Bare Jr pasa a ser otro prueba más de que hay mucho talento más allá de los nombres que salen por la radio, otro ejemplo del criterio que utiliza Bandini Producciones para contratar a los grupos y la excusa perfecta, otra más, para visitar la sala Picos de Liérganes, una clásica a punto de celebrar su cuarenta cumpleaños.

Un comentario sobre “Del country a las estrellas”

  1. totalemente de acuerdo ………………………. y una muy especial mención para el bateria, una autentica fiera

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