Del Azkena, hasta los andares.

Como decía la cita bíblica, los últimos serán los primeros. El Azkena Rock Festival de Vitoria ha pasado de ser el último “gran” festival que se celebra en España, al primero. (De septiembre a mayo). Por el camino no se ha dejado nada, ni esencia, ni público, ni buen hacer. Es más, yo creo que ha crecido. Este año la música ha volado más lejos del recinto de Mendizabala y ha salido a la ciudad, la gente se ha empapado de su espíritu un poco más allá del límite que cerca ese templo sagrado del rock and roll. El festival ha utilizado como puntales de esta edición a Eli «Paperboy» Reed y Mike Farris, y sobre ellos ha crecido lo demás. No en vano, ambos artistas han repetido actuación en la plaza de la Virgen Blanca llenando de color los blancos mañaneros de todos los vitorianos y visitantes. Así pues, “primeros” no solo es un orden numérico, también estamos hablando de calidad en la oferta. Se podrán discutir muchas cosas a LTI pero el ARF lo tienen muy bien controlado. Sigue siendo uno de los festivales más coherentes que tenemos, con carteles que todos los años provocan encendidas conversaciones antes, pero que logran la unanimidad después. Aquí hay rock del bueno, pero en todas sus vertientes… para el niño y la niña, para todos los gustos. En cuanto a las cifras de asistentes, 34.401 personas, la segunda más alta de su historia.

Jueves 14 de mayo

Para mí, el jueves es un día buenísimo, a saber, llegas fresco, con ganas, hay menos barullo….todo lo degustas por primera vez, el primer concierto, el primer Katxi, el primer abrazo con ese amigo que no ves desde hace meses… así todo sabe mejor. Los conciertos no son tan potentes pero hay que pensar en el jueves como en un aperitivo. Si logras mentalizarte de eso y rebajar el nivel de tus pretensiones, lo puedes llegar a disfrutar mucho. Además, es el mejor día para cuidar la red social.

Jenny Dee & the Deelinquents o Laura Palmer y su orquesta tocando en el baile de la fiesta universitaria… ellos iban bien trajeados, instrumentos y todo a juego. Ellas, coros y coreografías varias. Grupo de voces femeninas tipo Ronettes y los primeros ramalazos de soul en el Azkena más soul que ha habido. No se podía empezar de otra manera. Estupenda versión del Shake Some Action de Flamin’ Groovies para cerrar. Como ponerse la banda sonora de American Graffiti.

The Inspector Cluzo sustituían a The Queers a última hora y bueno… sonidos machacones y repetitivos a more no can. Como una mezcla entre Big Soul y RATM… Solo guitarra y batería, eso sí, bajo grabado. Las tres primeras hacían gracia, el resto había que dejarlo correr.

Burning o lo que queda de Burning, es decir, Johnny Cifuentes y compañía hicieron un concierto apañado, a mí me dejó con ganas de muchas cosas… Una noche sin tí, Lo que el tiempo no borró… creo que jodieron Que hace una chica como tú, pero por otra parte compensaron la balanza con Jim Dinamita, Esto es un atraco, Es especial o ese final en el que todos, absolutamente todos, movimos las caderas sin parar.

White Denim empezaron a menear la carpa Ron Asheton. W.D. son unos chatarreros musicales, unos anarquistas del arte. Un trío inclasificable e irreverente que hace canciones como cuadros de Miró. O te tocan o no te tocan. A mi me gustaron pero me quedé sólo, mis acompañantes fueron escapando poco a poco.

The Freeks son una especie de cooperativa musical con gente que viene de muchas bandas (Zen Guerrilla, Fu Manchu, Nebula… etc). Yo veía a los músicos encima del escenario y no conocía a ninguno, pero tampoco soy seguidor de sus bandas originales así que me daba un poco igual lo que me soltaran. Una gran masa sonora envolvía mis sentidos a la par que mis defensas estaban cada vez más bajas. Estaba en el Azkena esuchando rock denso y espacial, disfrutando desde hacia unas horas de la música, motivo suficiente de alegría. Me dejaron colmadito y bien preparado para The Breeders, la sorpresa de la noche.

De las Breeders esperaba un concierto muy malo, malo o regular, pero nunca bueno. Así pues, siendo bueno, me pareció glorioso. Es lo que tiene el factor sorpresa. Lejos de ser los Lemonheads del año pasado, dieron una nota bastante alta, a la altura de lo que se le supone a un grupo así. El grupo abrió un surco en medio del asfato y en el fondo del surco pude ver mi juventud, mi época del instituto. Canciones como Cannonball o No aloha eran recibidas desde mi cerebro frescas como cuando las escuchaba por vez primera. La máquina del tiempo funciona y Divine hammer la volvió a activar. Creo que con esta canción ya alcancé el éxtasis y comencé a comer orejas a mi alrededor. ¡Qué bonita! Al final del concierto no sabía si arriba estaba Kim Deal o Rosa de España… ¡Se ha puesto tremenda la bajista de los Pixies!

Juliette Lewis & the New Romantics. Es muy curioso el fenómeno que se produce con esta chica. No le gusta a nadie menos a mí, no le gusta a nadie pero la carpa estaba llena. Yo creo que no es políticamente correcto decir que te gusta. Muy bien, no es ninguna maravilla, no pasará a la historia de la música, ¿qué más da? Yo no aspiro que todos los conciertos que vea vayan a trascender para el resto de mi vida, está claro que todos no pueden ser como el de TSOOL. Bien, ¿y qué? Juliette me dio lo que necesitaba a esa hora, para mí, con eso vale. Se deja la vagina encima del escenario, es guerrera y no deja que el concierto se duerma. Que más da que las suelas de mis playeras estén sucias, si las suelas no se ven. Que la tía no vale, que el grupo es muy malo, que si no fuera actriz no tocaría… que debate más aburrido, me preocupa lo mismo que las suelas de mis playeras. Yo si hablo su lenguaje. Juliette volvió a hacer la croqueta encima de su público… me pasó cerca pero no llegué. Si alguien tenía derecho a tocarla era yo.

Harcore Superstar consiguieron el más difícil todavía, no gustarme ni a mí. Creo que dejaron la carpa con la mitad de los asistentes… mucho cliché, grititos desaforados y rock bastante hortera y más trillado que la sesión de Dj Pegatas, que pasó a ser conocido como Dj Obvio.

Viernes 15 de mayo

El día comenzaba con la Cantina Bizarro de Jon Ulecia. Cuando llegamos, éramos justo tres personas esperando al grupo. Joder, vale que la gente este comiendo, pero es que no había ni Blas. Poco a poco fueron llegando amigos y familiares supongo. Estaba la gente de El Columpio Asesino por allí y también público que quería verlo, pero contado con los dedos de las manos. Además el horario que salía en la web lo colocaba un cuarto de hora más tarde y hubo quien se llevó un buen chasco al comprobar el error. Yo creo que debería de haber alguna cláusula que prohibiese los conciertos de menos de cuarenta y cinco minutos por lo menos. Otra cosa, yo soy la organización y pongo en los horarios que Black Crowes y Alice Cooper tocan a las 15:30, luego con toda la gente en el recinto… les digo que era mentira y que empiezan los que tienen que empezar, pero por lo menos con público. Sobre el concierto, pues dentro de lo que se puede hablar de media hora, con ese horario y con treinta personas aproximadamente de público, me gustó. Quitaron las telarañas de la carpa con mucha clase, puede que faltase algún tema más rapidillo pero en las circunstancias que eran, mejor así, dejándolo que sangre pero poco a poco. Como con Desire and Disease. Una pena que la propuesta no tuviera más repercusión porque sigo convencido que esta música le va al festival como anillo al dedo. Por cierto, la Grestch morada del otro Ulecia sigue siendo de las guitarras más bonitas que he visto nunca y Jon me sigue recordando mucho a Antonio Vega. Fisicamente son muy parecidos, desprenden la misma fragilidad y cierto grado de misterio. Rezo por que este nos dure mucho más y que lo haga en compañía de música tan buena como la que ha plasmado en Last Night Dream.

Howlin Rain subieron el volumen y la intensidad, yo ya estaba convencido pero esto era la prueba definitiva de que el viernes iba a ser muy grande. Rock pesado, canciones que remitían directamente a los 70, muros de sonido que se levantaban con una facilidad pasmosa, que se retroalimentaban de su misma electricidad, que tienen una increíble fuerza centrípeta, te engancha y te absorben… gotas de psicodelía, ramalazos de hard rock… una gran demostración a una hora incómoda y con un tiempo demasiado corto.

Ellioth Brood tomaban el escenario prinicipal. “Se les va a quedar muy grande” pensaba yo. No fue así. Pasaron con nota. E.B. son un trío peculiar que recoge la música de raíces americana (folk, hillbilly, bluegrass, etc) y después de darle unos buenos meneos, la presentan actualizada. Mark Sasso parece que tiene serrín en la garganta. Es una gozada escuchar su voz arrastrando brozas, su banjo saltarín. Mientras, la acústica distorsionada de Casey Laforet te lleva de viaje a los paisajes más áridos, las montañas más abruptas… te arañan el corazón a las cinco de la tarde, mientras el sol de frente ilumina tu sonrisa porque un día más, la lluvia no está invitada.

Llegaba la hora de Dr Dog. En mi opinión la gran sorpresa del festival. Si no fuera porque poco después Eli hizo lo que hizo, hubiese sido mi concierto del viernes. Hay grupos que te llegan por su virtuosismo, otros por su puesta en escena, otros por que son divertidos… creo que Dr Dog llegan por todas estas cosas, pero sobre todo porque emocionan, sus canciones hacen el mundo parezca maravilloso, son luminosas, vitales… verles saltar sin dejar de tocar, bailando de lado a lado al son de la música era la proyección de lo que todos hubiéramos hecho encima de las tablas con semejantes canciones. Ecos de Beatles, Beach Boys, The band… a ratos parecían unos Wilco desenfadados, menos serios. The rabbit, the bat & the reinder me ha hecho dejar de escribir hace un momento, he acabado como un loco dando palmas y saltos por todo el salón, yo solo. Pues bien, eso es lo que consiguieron el viernes de todos y cada uno de nosotros durante toda su actuación. ¡Quiero volver a verlos ya!

De los Fabulous Thunderbirds solo recuerdo un solo de harmónica de Kim Wilson de prácticamente un cuarto de hora. Fui al baño, volví y todavía no iba ni por la mitad. El caso es que estuve todo el rato intentando reunificar al grupo que se había disgregado y no presté mucha atención. Lo escuché de fondo.

Y Dios bajó al Azkena y lo hizo disfrazado de Eli “Paperboy” Reed. ¿De dónde ha salido este crooner alado?¿Cómo vino su voz como ciclón huracanado? Creo que esto será lo más cercano que estaré nunca de ver a Otis Redding. No sé si en su parentela habrá alguna otra raza pero el chico tiene la voz más negra que los cojones de un escarabajo. Increible lo de este pollo, yo miré una vez a mi alrededor y si éramos seis, dos estaban llorando, otros dos estaban con los ojos mojados de acabar de hacerlo y otros dos estaban a punto (candy, candy). No recuerdo una ovación más atronadora en ningún concierto de ningún año. Un detalle para darnos cuenta del verdadero nivel del Azkena de este año: Puedo decir que he tardado treinta y cinco años en ver algo como lo de Eli, los habré visto mejores, peores, pero no iguales, no hay tantas ocasiones de ver Soul tan bueno y con una comunión así con el público. Pues bien, después de tanto tiempo, en este bendito Azkena, al día siguiente volví a ver algo del mismo nivel. Mike Farris fue el Eli del sábado. Teniendo en cuenta que ambos lo hicieron a media tarde cuando quedaba mucho pescado por vender… no hace falta contar más. Parece que el propio Eli ha quedado enamorado también del festival y lo ha reflejado así en un escrito en el que decía que fue maravilloso ver a 5000 personas hacer el Boom Boom y es que del Azkena gustan hasta los andares.

Lo siguientes eran Bad Brains pero inexplicablemente se cayeron del cartel el día antes. Había que ver la cara de Javivi que venía al festi básicamente por estos y The Queers (Eso pasa por tener ídolos con pies de barro). El caso es que LTI se movió rápido y se sacaron a UK Sub de la chistera… en fin, creo que después de escucharlos todo el mundo lamentó la baja de B.B., incluso los que no los habían escuchado jamás. Un horror.

Llegaba la hora de los Zombies, a día de hoy solo quedan Colin Blunstone a la voz y Rod Argent al teclado como componentes originales, eso sí, acompañados de músicos de solvencia contrastada. Un placer poder escuchar canciones tan legendarias como Time of the season o She’s not there, punto álgido con Rose for Emily con una polifonía vocal para derretir al más pintado. Los señores manejan las voces como les da la gana, y no sólo eso, mezclan pop, rock y psicodelia con un sello muy personal. Tienen un punto barroco, retorcido… se mueven como pez en el agua en esos parámetros. Colin iba a cámara lenta, adelante y atrás del pie de micro, sus dedos mirando al suelo, los movía como si tocara el teclado, con delicadeza, parecía desmadejado como un muñeco sujeto por hilos invisibles… tenía el gesto de la eterna sonrisa. Yo entiendo que si nosotros medio levitábamos, los creadores de las canciones tengan que estar en un orgasmo continuo. Eso sí, me tiré todo la actuación esperando Leave me be y no la tocaron. Imperdonable, esas cosas duelen.

Soul Asylum era el grupo que probablemente más ganas tenía de ver. Bien, tengo que decir que en más de un momento me sentí como el loco de chiste, el que conduce en sentido contrario por la autopista y piensa que todo el mundo se ha equivocado de dirección menos él. ¡Madre mía, que público más frío! Vale que luego vinieran los cuervos pero y lo que teníamos delante… ¿Acaso era moco de pavo? Un enorme batería negro gobernaba la pantalla, no creo que bajara de 150 kg mínimo. Llevaba puesto un delantal de carnicero (debe ser por si en medio de la actuación le daba por zamparse una hamburguesa). ¡Qué animal! Los músicos hacían su labor, más que digna. Canciones bien equilibradas, buen sonido y unos coros en su sitio. Al contrario, el público devolvía su indiferencia. Yo estaba a lo mío, saltando, cantando y haciendo “air guitar”. De vez en cuando notaba como la gente se hacía a un lado… en fin… Canciones como Misery, Oxygen, Slowly rising, Runaway train o Somebody to shove no debería ofrecer ninguna duda pero la gente estaba como el que echa un polvo con su pareja y está pensando en otra. Yo creo que hubo un momento que el grupo se percató que estaba en fuera de juego y esto empezó a pesar. Esperaré mejor ocasión.

Llega la hora de los Black Crowes, Lux Interior nos vigilaba desde el pendón del escenario principal. Bueno, ya era hora, después de la anterior cancelación estaban delante nuestro… yo ya me empiezo a agobiar con tanta gente, los tengo que seguir desde un lateral, comienzo a no estar cómodo. Las canciones empiezan a pasar y no acaban de arrancar la motocicleta, joder demasiado tiempo medio, demasiada Jam, demasiado rollo “me he fumado dos mil porros”. Se enredaron de lo lindo. Creo que Wiser time y Thorn in my pride me hicieron mucho daño. Vale, puede que la culpa fuera mía, en cualquier otro momento me hubiese encantado pero en ese instante me llegaron a aburrir, necesitaba otra cosa y no la encontré. Al final sonaron cosas como She talks to angels, Hard to handle o Remedy pero ya era tarde para rescatarme. No voy a discutir la calidad de esta banda, es evidente, uno de mis grupos favoritos de toda la historia, técnicamente intachables (los músico de siempre y las nuevos fichajes)… no se trata de eso, sea por lo que fuere no entré y creo que junto con psycho-sonic, debimos ser los únicos.

Para cerrar unos japos locos llamados Electric Eel Shock. El trío vino a por todas y su mezcla de rock, punk, metal arrasó en Azkena, yo ya no estaba para muchos trotes pero sólo había que ver desde lo alto como disfrutaba la parroquia para darse cuenta que fue un acierto colocarlos los últimos. Eso sí, hay grupos que ya no saben que hacer para llamar la atención, en este caso el batería salió en pelotas, con una especie de calcetín gigante en el nabo con el que tocaba la caja… con el frío que hacía es para hacérselo mirar.

Más tarde en la carpa, Dj Coyote hacía las delicias de los que tenían ganas de más. Cojonuda y variada sesión. A esas alturas de festival una de las situaciones más repetidas era la de que viniera alguien a saludarte amablemente… yo a veces reconocía vagamente “¿nos conocimos el año pasado no?”… “no, nos conocimos anoche, estuvimos hablando de talibanismo musical”… esa podía ser una constante y es que cada año hay más gente y yo estoy más viejo y recuerdo menos. Como diría Jorge Martínez, “viejas caras, nuevas caras, pero las mismas cabezas”. Pues eso, un placer volver encontrar a los conocidos y conocer a nuevos fichajes… yo siempre he dicho que en el Azkena somos una gran familia y haciendo mía una frase de Godofredo digo “sin ellos Mendizabala solo sería un gris aparcamiento”.

Sábado 16 de mayo

Este día me encontraba en un estado calamitoso, no sabía si morirme tumbado, de pie o sentado porque de cualquier forma sentía que perdía la vida, que mi cuerpo se iba a deshacer, ni la ducha hizo efecto, ni el mosto. Bajé andando al centro a ver si se me pasaba pero ni con esas, ni siquiera me sentó bien un pincho de tortilla que ni acabé. Estaba visitando el baño más de lo normal y el sudor seco que poblaba mi frente de manera intermitente no me daba muy buena espina. A esas alturas ya me había quedado sin batería en el móvil y eso era un problema añadido. Menos mal que me encontré con Lales en la cafetería de enfrente del hotel Barcelo e hizo de Ángel de la Guarda, me dejó llamar por su móvil, me pagó el pincho, esperó conmigo a que viniesen mis colegas, incluso me ofreció si quería tumbarme en su habitación hasta que se me pasara. Nunca se lo podrá agradecer lo suficiente.

Mike Farris en la plaza del pueblo empezó a dibujar las pinceladas de lo que luego sería su actuación en Mendizabala. Yo estaba tan jodido que no quise ni comer, además queríamos estar para Johnny Kaplan.

Reverendo Parker… lo ví desde el prado, tengo que decir que no me recuperaría de mi lamentable estado hasta bien avanzada la tarde así que los primeros conciertos no los pude paladear como me hubiese gustado. R.P. era “caca, culo, pedo, pis” es decir “putas, follar, borrachos, rock”… me pareció todo muy absurdo, muy manido.

Johnny Kaplan y sus estrellas perezosas iban a poner después algo de criterio sobre la carpa. Los hermanos chicos de los Black Crowes aprovecharon su momento y se dedicaron a lo que saben hacer, rock sureño sin más recovecos. Al estilo del Izzy Stradlin de hace unos años. Me sorprendió ver a Brian Young a la batería (Fountains Of Wayne, The Posies) pero allí estaba… la banda demostró bastante solvencia, el vaquero que manejaba el pedal steel se lo pasó en grande haciendo posturitas y el bajista vitoriano llama la atención… Damaged o Ride free fueron alguna de las perlas que se pudieron escuchar a la hora del café… muchos se las perdieron.

Con Dan Auerbach no me pegaba ni el aire, creo que fue el momento que peor lo pasé, no tuve más remedio que ir a por un bocadillo y comerlo sentado sin apenas ganas. Mientras, el cantante de los Black Keys acompañado de los Hacienda daban un concierto que todo el mundo coloca entre lo mejor. Desde luego Dan ha hecho un discazo, su música es diferente, blues, rollo hippie, etc… A mi a veces me daba la sensación de estar escuchando la banda sonora de El libro de la selva. Pues bien, Whispered Words y esa voz extraña como ver a Auerbach sin barbas, fue otro de los motivos por los que no pienso volver nunca más al camping. No hay derecho a estar tan doblado como para no poder escuchar estas cosas como se merecen. Yo creo que este concierto tendría que haber sido en la carpa.

Woven Hand, creo que la banda de David Eugene Edwards empezó con Heart & Soul de Joy División, la oscuridad se apoderó de ese espacio, ví la inmensidad, el final de la colina, ví el abismo del precipicio. David encendía hogueras en la más absoluta penumbra. Solo se escuchaban sus aullidos, unos ritmos cuadrados y aplastantes y los latigazos de la Grestch… de vez en cuando el cantante entraba en espasmos, parecía que no podía permanecer sentado, se le iba la pierna como a Chiquito de la Calzada. Está hecho un pura sangre, un cherokee loco, es el sanador de la tribu, con sus cantos elimina los malos espíritus. Con Your Russia se fueron definitivamente lo mios.

The New Christs en el escenario grande no acabaron de conectar con la gente. Demasiados temas nuevos y apenas un par de clásicos. Creo recordar The Burning of Rome. También creo que lo más indicado hubiese sido meterlos en la carpa. Aún así sigue siendo una gozada ver al amo del calabozo Rob Younger moverse como si tuviera veinte años. Trallazos del mejor garage-rock australiano que esta vez, supieron a poco.

Llegó Mike Farris y la Roseland Rhythm Revue y ví la luz. Mike fue el predicador que convirtió de un plumazo a todo el Azkena. Se puso a la altura del Eli del viernes y montó el segundo gran número del festival, también en esa carpa. Señor, puedo ver, puedo escuchar en maravilloso canto gospel, ya se cual es el asilo del alma. El chorro de voz de Mike es insondable, no se de dónde cojones puede salir ese caudal tan impresionante. Las coristas negras no eran menos. Por cierto, ¿Por qué todas las coristas negras están gorditas? Otro misterio. Mike quiso que todo el mundo participara y eso fue una celebración-ritual que quedará en la historia del Azkena. Estoy seguro que en un futuro yo le tendré que contar con orgullo a mi hijo, “yo ví a Mike Farris en Vitoria”. Selah, Selah, Oh, May don’t you weep o la brutal Take me (I’ll take you there) es mucho más de lo que un ser humano debería soportar.

Con Molly Hatchet tuve que reposar tanta maravilla porque no era plan de empacharse y a esa altura ya habíamos pedido la cuenta al camarero porque íbamos bien servidos. Además empezaba a refrescar como no lo había hecho ni jueves ni viernes y tuve que ir a la tienda a ponerme algo más de ropa. De fondo lo que ya sabía, rock sureño, rock de carretera, lo que ustedes quieran, melenas al viento, polvo en el asfalto y vaqueros marcando paquete… un clásico. Cerraron con Free Bird de Lynyrd Skynyrd pero ya estábamos bien posicionados en la carpa porque llegaban TSOOL y quería verlos bien. Me hubiera gustado pero en algún momento hay que elegir…

The Soundtrack Of Our Lives dieron para mí gusto, el mejor concierto de todo el festival. Yo ya les he perdonado las otras dos cancelaciones. TSOOL lo tienen todo para ser la mejor banda de rock del mundo, parece que se hallan caído en un tonel con unas gotas de ácido, están empapados de un hipnotismo maravilloso, desprenden algo más, algo que va más allá de la técnica, de las buenas canciones, de la melodía. Te levantan y te hacen flotar, parece que tu espíritu salga fuera de tu cuerpo al plano astral y se mezcle con sonidos que van de los Doors a The Who, de los Pink Floyd a los Stones, de los Stooges a Love… El vello de punta durante todo el concierto, canciones épicas desde el primer minuto, todo con una puesta en escena perfecta. Luces con predominio de blanco y negro… a veces un azul muy tenue… perfecto para aliñar lo que estábamos escuchando. Todo fluía, era el momento, el lugar y el grupo, era como estar en el puto Nirvana. Universal Stalker, Second Life Replan, Nevermore, o Sister Surround me volvieron a dejar claro cual será el grupo de la próxima década. Sin palabras.

Fun Lovin’ Criminals son la elegancia personificada. H. Difontaine es más chulo que un ocho, tiene una voz envolvente, cálida. “Barry White save me” susurraba mientras fumaba un porrito. Sonaron estupendamente pero no pegaban, incluso yo creo que ellos mismos eran coscientes y se marcaron el Foxy lady de Hendrix y el R&R de los Zeppelín. Aún con este intento yo me quedo antes con The Fun Lovin’ Criminals, Scooby snaks, Where the bums go o Loco.

Alice Cooper, como quiera que su montaje necesitaba su tiempo le recortaron de manera vil el suyo a los Fun Lovin’. Después de que cayera la cortina que anunciaba al artista pensé “¿tanto tiempo para esto?” Pues mucho circo, bastante teatro, bailarinas ensangrentadas, bebes asesinados, Alice ahorcado… pero que quieren que les diga, me pareció un poco trasnochado. A veces parecían los Ficherspooner… Sobre la música, pues School’s out, Eighteen, Under my Wheels, Poison… bien, pero no me mató. Puede que Darth lo ensalzara tanto que esperara mucho más, también es cierto que mi conocimiento de parte de su obra es reciente y yo estaba hecho puré a esas alturas. Tanto que pasé de los Toy Dolls, escuché tres canciones y se repetían como el ajo, pero las cosas como son, la gente se la gozó de lo lindo.

Yo ya lo había dado todo, me dí una vuelta para comprobar que este año había más pijaditas que ningún otro. Aparte de los puestos de música, zona de relax, un set para hacer Jam sessions reales, el “Air Guitar”… en definitiva, más oferta donde perderse. Yo intentaba llegar a la tienda de campaña pero cada tres pasos me asaltaba algún forero, era el duro momento de la despedida, yo quería avanzar pero no podía… supongo que es la peor parte del Azkena, cuando sabes que ya no hay vuelta atrás, que hay que esperar otro año para juntarse. Ya podían repetirlo otra vez en Septiembre, como siempre fue.

Fotos: Javier I.Ayala (Txomin), Mick 69 y Stoner
Texto: Santiago V.M (Stoner)

7 comentarios sobre “Del Azkena, hasta los andares.”

  1. buena cronica stoner, a mi me gusto mucho jonny kaplan en cuanto a lo de los cuervos totalmende de acuerdo.
    un saludo

  2. Hombre Utz, bienvenido, tampoco te entraron los Crowes?. Vaya, no soy el único, pensaba que era un bicho raro, bueno yo y psycho

  3. Sólo un comentario, el bajista de Kaplan, no es Vitoriano es de Getxo, se llama Jokin…

    Saludos

  4. Coincido contigo en la mayoría (sobre todo en lo Alice). Este año no nos hemos visto en el festi. Habra que volver el año que viene a ver si nos vemos. je je

  5. Gracias Pedrito, pues lo corregire pues.

    Epiblas, si, os eché de menos por allí. Ya osa veremos en el BLF si vais algún día

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