Crónica del Summercase (Madrid)

Daft Punk
Daft Punk

No resulta fácil hacer una valoración global de un festival como la reciente primera edición del Summercase, con sus continuos solapamientos de conciertos, pero Al Norte Del Norte estuvo allí, y éstas son las impresiones con las que hemos regresado.

El viernes, la llegada al madrileño recinto de Boadilla del Monte se podía hacer en coche sin problemas. Los parkings acondicionados en la propia localidad descongestionaban el tráfico hacia el recinto del festival, al que se podía acceder mediante autobuses gratuitos, con una frecuencia y capacidad más que aceptable, o al menos así era en torno a las siete de la tarde.

Tras el proceso de acreditación, la primera impresión del recinto es buena, aunque el suelo con piedras de considerable tamaño y la disposición de los dos escenarios principales hacían surgir los primeros recelos.

The Dandy Warhols
The Dandy Warhols

Instantes después, nos acercamos al primero de los conciertos de uno estos escenarios grandes (Terminal O), el directo de The Dandy Warhols. Público aún escaso, mucho calor, y una banda que cumplió, sin más. Incluso su final de concierto, con el inevitable Bohemian Like You, me supo algo descafeinado. De todas formas, siempre resulta difícil conectar con el público en un concierto a la luz del día.

El mismo problema tuvieron The Divine Comedy, que en el escenario vecino comenzaron a dar vida a su pop de cámara, con un sonido cuidado, elegante, pero demasiado tranquilo para ir comenzando la noche.

El primer arranque de complicidad con el público lo tuvieron Starsailor, de nuevo en el escenario Terminal O. Dos veces he visto a esta banda, y en las dos les ha tocado la misma papeleta: animar a la gente en festivales, a la luz del día. Y las dos veces han aprobado con nota: para ello tienen temazos infalibles como Four to the Floor.

La noche se iba animando, y aunque nos hubiese gustado disfrutar del don de la ubicuidad y no perdernos a Rufus Wainwright, en la carpa Terminal S, los conciertos de los escenarios principales reclamaban nuestra atención. Una auténtica lástima que se solapasen dos grupos tan míticos como Happy Mondays y New Order. En realidad más que una lástima es un grave fallo en la organización del festival, ya que ambos grupos tienen un público similar que tuvo que elegir, ver un par de canciones de Happy Mondays y correr a ver a New Order, o al revés.

New Order
New Order

Respecto a Happy Mondays, montaron una buena fiesta. Se trata de una banda que se limita a explotar su propia historia, pero esa historia es tan buena que hay que perdonárselo. New Order en cambio tienen disco reciente… pero siguieron la misma estrategia, detalle que se les agradeció. Algún tema cayó de su último Waiting for the sirens call (y no suenan nada mal en directo), pero era imposible que salieran ganando frente a temas históricos del calibre de los rescatados de Joy Division (Transmission, Love will tear us apart). En la recta final del concierto anunciaron que colgaban las guitarras, y efectivamente: el lado más electrónico del grupo hizo su aparición, comenzando por Bizarre Love Triangle, y acabando con la esperada traca final, Blue Monday y todo el público dando botes como posesos. Muy buen sonido, salvo la voz de Bernard Summer, al que algunos temas parecía que le quedaban demasiado arriba. Los años pasan para todos.

En esa recta final de New Order, si se giraba la cabeza hacia la derecha, se podía observar a Bobby Gillespie y compañía en las pantallas del escenario Terminal E. Desgraciadamente, no sólo había contacto visual: como nos temíamos los escenarios estaban demasiado cercanos, y el sonido de ambos se mezclaba cuando ambos funcionaban a la vez, algo bastante frecuente (esto era especialmente doloroso cuando en uno de los dos escenarios había algún momento de tranquilidad musical, o cuando se quería disfrutar de alguno de los directos a cierta distancia del escenario….)

Primal Scream repitieron puesta en escena, repertorio y actitud respecto a su directo en el Santander Summer Festival…. sólo que en esta ocasión creo que sí terminaron el concierto sin espantadas. Digo «creo» porque en Rocks me acerqué al escenario vecino a ver cómo se desenvolvían Keane en directo. Mejor momento en el concierto de Primal Scream: Swastika Eyes; delirio colectivo.

Keane
Keane

Keane. Me sigo preguntando qué pintaban en el cartel de su escenario después de New Order. Todavía flotaban en el aire los ecos del Blue Monday cuando los británicos salieron al escenario con su pop británico sin guitarras. Para qué negarlo, sonaron muy bien. El despliegue de teclados y la energía y buen hacer de su vocalista llenaban el escenario sin problemas… ahora bien, ¿de qué lo llenaron? De un repertorio con momentos demasiado tranquilos para ser la hora que era (la una y media de la mañana). Alguna balada fue tan lenta que provocó éxodos masivos y bostezos, y el final con Bedshaped podría haber dado más juego con unos arreglos más agresivos. Pero no, sencillamente dieron un buen concierto, en un momento que no pegaba mucho su sonido. Una lástima, porque no lo hicieron mal.

Hubo un intento de acercarnos a ver a Chemical Brothers, pero su directo (o performance, porque nunca se sabe con ellos) tenía lugar en la carpa Terminal S, carpa cerrada a cal y canto, con calor asfixiante, repleta de gente y con riesgo de avalancha humana. Tirón de orejas para la organización, por falta de previsión y no preparar la carpa para el aforo previsto (haber abierto los laterales de la carpa, para disfrutar del concierto también desde fuera, o programar su directo al aire libre habría resuelto el problema)

En cualquier caso, tras el final demasiado tranquilo de Keane, decidimos guardar fuerzas para la segunda jornada del festival, y retirarnos. Otro pero al festival: el servicio de lanzaderas desde el recinto hacia los parkings y hacia Madrid funcionaba, pero sin indicaciones de dónde coger cada uno de los autobuses, colas de gente que se agolpaba para intentar enterarse de cómo volver a casa, y miembros de la organizción intentando poner orden. Son detalles que nos parecieron a mejorar, y que efectivamente así se hizo al día siguiente.

Para la jornada del sábado decidimos probar el transporte público desde Madrid hasta el recinto del festival: la combinación de metro y autobús lanzadera funcionó sin problemas, con puntualidad, y sin esperas. Todo parecía indicar que se habían esmerado en pulir los flecos del día anterior.

Dirty Pretty Things

Comenzamos con los conciertos de la carpa Terminal O, en concreto, con el directo de Dirty Pretty Things. No les acompañaba el Pete Doherty de cuando formaban parte de The Libertines, pero el espíritu seguía siendo el mismo: rock contundente, actitud, chulería y macarrismo sobre el escenario. Un gran concierto jaleado por una importante cantidad de fans británicos (con la discreción y moderación que les caracteriza). De hecho uno de los alicientes del concierto fue ver a uno de sus fans en primera fila, bailando hasta el desfallecimiento, cantando, gesticulando y reproduciendo con perfección milimétrica cualquiera de los instrumentos de los componente de la banda. Nunca había visto a nadie disfrutar tanto de un concierto.

Astrud, en el escenario vecino, hacían de sí mismos, con su parafernalia y su puesta en escena habitual. Nunca he sido uno de sus admiradores, algunas de sus canciones me hacen gracia y poco más. Y en directo fue más de lo mismo: algunas de sus canciones me hicieron gracia, y el resto se lo dejé a sus incondicionales, que no faltaban.

Adam Green
Adam Green

Vuelta al escenario Terminal O, donde salía al ídem Adam Green. Era un escenario en un festival, pero perfectamente podría haber sido en un casino de Las Vegas. Su música es la de un joven crooner que interpreta sus canciones en el sentido más literal de la palabra, mezcla a Jesús con su pene, hace calvos, se revuelca por el suelo, hace sus pinitos con el castellano… Un directo para no dejar indiferente a nadie, para bien o para mal.

Belle & Sebastian
Belle & Sebastian

No vi el final de su concierto. La vecina Terminal E reclamaba mi atención. La mía y la de la mayoría de los asistentes al festival. Belle & Sebastian estaban a punto de aparecer. Y efectivamente, aparecieron, llegaron y convencieron. En disco siempre me han parecido una de las bandas más elegantes que echarse a los oídos. Y sobre el escenario lo demostraron con creces. Sonido perfecto, temazos de pop sin fisuras, simpatía, cercanía con el público (subieron a bailar a dos chicas al escenario, su vocalista se acercó tanto al público que tuvo que ser rescatado, y le cantó un happy birthday a una tal Estefanía que suponemos que aún debe de tener una sonrisa de oreja a oreja). Buenrollismo a raudales en uno de los grandes conciertos del festival.

Descanso para reponer fuerzas, con Super Furry Animals de fondo. Nota al margen: en el recinto había barras de bebida por todas partes, nunca tuve que hacer cola para conseguir una cerveza. Con la comida, en cambio, era al contrario: un único puesto de bocadillos, pizza, patatas, etc… en el que no daban abasto para atender a toda la gente. El viernes fue desesperante, el sábado estuvo mejor y fue sólo levemente molesto.

Llegaba la recta final del festival, y aviso desde ahora: fue tan bueno que acabamos aturdidos ante tanto despliegue musical.

The Cardigans
The Cardigans

Empecemos por los más sosos: The Cardigans. Me gusta mucho su música, y por eso me causaba problemas de conciencia y de horario su coincidencia con el directo de Sigur Rós. Sin embargo, después de tres canciones de The Cardigans, llegué a la conclusión de que allí no había mucho que hacer: sus discos resultan mucho más cercanos que el frío sonido en directo de los suecos, que consiguieron incluso hacer relativamente aburrido un tema de pop festivo como Rise and Shine.

Sigur Rós
Sigur Rós

También me ayudó a dejarlos de lado el hecho de acercarme a sacar fotos a Sigur Rós. Ya los había disfrutado en teatro en Madrid, pero ahora, en una carpa abarrotada de gente (pero más abierta que cuando Chemical Brothers, afortunadamente, aunque el calor seguía siendo asfixiante), y viéndolos desde el foso, me dejé hipnotizar por sus sonidos, por su imaginería, por sus mil pequeños detalles. Definitivamente, una banda de otro mundo, con su peculiar voz, su guitarra tocada con arco, sus secciones de cuerda, de vientos… apasiona, o provoca rechazo sin términos medios. Yo caigo en el primer grupo, me pareció que su calidad estaba a años luz de muchas otras bandas del festival.

Sin embargo, tuve que dejar su concierto a medias. Maldita la organización y sus solapamientos de conciertos. Pero tenía un pálpito con Daft Punk, que se estaban preparando en uno de los escenarios grandes.

Qué decir de ellos. Comenzaron con un telón negro cubriendo el escenario, para no desvelar su montaje escénico. Y fue toda una sorpresa descubrir a los dos miembros de la banda, vestidos con mono sideral y ocultos por un casco igualmente galáctico, subidos en una pirámide que hacía las veces de cabina, de pantalla de vídeo, de espectacular parapeto…. no se movieron de allí en todo el concierto, pero poco importó. El despliegue sonoro y visual fue de tal calibre, que pocas veces he visto bailar a tanta gente con la boca abierta de asombro. Yo tenía la sensación de estar asistiendo a uno de esos directos que se recordarán durante años. Más que un directo fue una sesión interpretada en vivo, con sus temas enlazados, retorcidos, y vueltos a retorcer, con una maestría tal que podría llenar párrafos y párrafos de elogios. Me limitaré a decir que la recta final de su actuación, con su One More Time fue uno de los momentos más intensos del festival, con tal cantidad de gente bailando que costaba abrirse camino hacia el escenario vecino.

Massive Attack
Massive Attack

¿Y por qué irse a otro escenario? Porque desgraciadmente la mala organización del cartel hizo que coincidiese el final de Daft Punk con el comienzo de Massive Attack. Y los británicos llegaron, y a golpe de trip hop consiguieron hacer honor a su nombre: nos derrotaron con su inmensa bola de sonido. Tampoco opusimos resistencia. ¿Cómo hacerlo cuando comienzan su actuación con Risingson, y la continúan con Karmakoma? Fueron desgranado uno tras otro sus grandes éxitos con una calidad de sonido que me hace sospechar que se llevan de gira una legión de ingenieros de sonido, porque aquello era envolvente, absorvente, e hipnotizante. La sucesión de vocalistas fue de tal nivel que las canciones sonaban infinitamente mejor que en sus grabaciones, que ya es decir. Especialmente destacable fue la aparición en el escenario de Elizabeth Fraser, de Cocteau Twins, con una voz tan especial y tan delicada que ponía la carne de gallina.

El final de su concierto fue, como decía antes: hipnótico. Un crescendo repetitivo, subiendo y subiendo de intensidad, acompañado de un despliegue de luces que si no llega a ser por Daft Punk habría sido lo más espectacular del festival.

Con el cuerpo musicalmente mineralizado y vitaminado tras Massive Attack, llegaba la hora de bailar. ¿Y qué mejor forma de hacerlo que con un Fatboy Slim llenando él solo un escenario enorme, y antes una multitud que abarrotaba el recinto? Sus temas propios pasaron por la hormigonera y fundirse así con remezclas de hits recientes, de clásicos de la talla de Cream o la Velvet, de los visuales en las pantallas…. todo valía para no dejar de bailar….

Entre las sesiones restantes de esa noche, elegimos la de Amable, que nos hizo terminar la noche a ritmo de New Order, Primal Scream, Daft Punk, Editors, Kaiser Chiefs… broche de oro para una noche musicalmente inolvidable.

El regreso a casa en transporte público funcionó en esta segunda jornada con una eficacia digna de elogio: carteles, vallas para las colas, puntualidad….

¿Qué conclusión sacar del festival? No es fácil, pero vamos a intentar sacar algunas….

– El recinto: tenía detalles muy cuidados, como la carpa merendero, la zona de microclima con agua pulverizada, las fuentes de agua potable (demasiado caliente durante el día, eso sí), el cajero automático (de Caja Madrid…) Otros son mejorables, empezando por el emplazamiento del festival, a escasos metros de viviendas habitadas y de otras muchas en construcción que hacen más que recomendable una reubicación del recinto para posibles futuras ediciones. Y si no se cambia de lugar, al menos que cuiden el suelo, porque la gravilla incluía unas piedras de tamaño considerable, algo que acabó siendo bastante molesto. Y sobre todo: la cercanía de los dos escenarios grandes hizo que se mezclase del sonido de ambos con demasiada frecuencia. No es agradable estar intentado disfrutar de un momento de calma de Massive Attack con el sonido de Fatboy Slim escuchándose claramente, por ejemplo.

– El cartel: demasiado para dos días, sobre todo teniendo en cuenta que debido al calor era impensable comenzar los conciertos primero… así que los solapamientos de los cabezas de cartel eran tan inevitables como irritantes. Para otro año, mucha gente seguramente se piense dos veces la adquisición del abono sabiendo que sólo va a poder disfrutar de la mitad de sus grupos preferidos.

– ¿Madrid o Barcelona? Conociendo el recinto del Fórum, Barcelona, sin duda. Sin embargo, el cartel ha estado mejor repartido por días en Madrid: el viernes fue más suave y tranquilo, mientras que el sábado fue una auténtica fiesta. Al revés no habría dejado tan buena impresión.

¿Valoración global? Teniendo en cuenta siempre los puntos mejorables de los que hemos hablado, positiva… sobre todo gracias a conciertos que glorificaron el fin de semana… y hablo, sobre todo, de Daft Punk. One more time.

Texto y fotografías: RTZ!
Vídeo cortesía de Pan

3 comentarios sobre “Crónica del Summercase (Madrid)”

  1. Super Furry Animals y os dedicais a hablar de comida??????????
    La recta final esa tan espléndida empezó con ellos!!!!!!!

  2. Coincido absolutamnete con vosotros, Daft Punk fue lo mejor de lo mejor. Soy músico y he ido a muchos, muchos, muchos conciertos, de todos los estilos imaginables, desde la música del siglo xiv hasta hoy lo he escuchado casi todo, y creo que este concierto de Daft Punk está entre los dos o tres mejores espectáculos que he visto en mi vida…

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