Con la gorra

Fito & Fitipaldis

Entradas agotadas. El Palacio de los Deportes de Santander a rebosar. Fans en primera fila. ¿Bruce Springsteen? Sí, claro. ¿Shakira? Así será, sin duda. Pero no hablo ni de uno ni de la otra. Por sorprendente (y agradable) que resulte, el sábado se montó un monumental revuelto en torno a un tipo feo y bajito, cuyos únicos méritos son componer buenas canciones, y dejarse la piel al subirlas a un escenario.

Fito, con sus Fitipaldis, puede que sean un producto de radiofórmula. Pero su música y su directo está a años luz del enlatado y encorsetado panorama nacional. Se podría decir, citándole, que se trata de una de esas flores que crecen en la basura.

La apertura de puertas fue a las 8 de la noche, y una hora después aparecieron sobre el escenario los teloneros, The Zodiacs, ante un público ya más que concurrido. Comenzaron con energía, desgranando temas de su último disco homónimo. Poco más puedo contar de su actuación, porque los fotógrafos tuvimos que abandonar el recinto tras las tres primeras canciones. Por lo que vi, un más que respetable calentamiento, con mucha actitud.

The Zodiacs

A las 10 en punto, las pantallas del escenario comenzaron a mostrar un vídeo introductorio, los títulos de crédito del espectáculo que estaba a punto de comenzar. Un buen castigo, de su anterior álbum, fue la encargada de abrir el concierto, seguida de un par de temas de su nuevo trabajo (Viene y va y la pegadiza Por la boca vive el pez).

Ya sólo con estos primeros temas se pudo comprobar que aquello iba a sonar muy bien. Dos guitarras, bajo, batería, saxo, acordeón, teclados… La cuidada producción de sus discos llevada, tal cual, al directo. Que se dice pronto.

Fito fue paseándose por su repertorio, cuatro discos con la virtud de estar llenos de pequeñas joyas. Pop, rock & roll, blues… al servicio de composiciones modestas, pero que enganchan.

Aproximadamente una hora después de comenzar, hubo un pequeño descanso (dos minutos cronometrados) y la banda reapareció en formato acústico. Aquí, a pesar de tirar de hits infalibles como Rojitas las orejas, el concierto perdió algo de intensidad, sensación acrecentada con una irreconocible y desconcertante versión de Barricada (Callejón sin Salida) o, al retomar ya la electricidad, con una versión de A la Luna se le ve el ombligo bastante bajada de revoluciones. Nada grave, no tardó mucho Fito en volver a hacer vibrar a las cerca de 8000 personas que coreaban su nombre, a pesar de lo axfisiante de la temperatura allí dentro.

Soldadito marinero podría ser el ejemplo de canción empalagosa y ñoña, que de tanto oírla se acaba haciendo pesada. Pero en esta gira, al igual que en la anterior, se convierte en uno de los momentos a recordar del concierto: se extiende con una versión acelerada y se acaba con todo el público coreando el estribillo. El truco que nunca falla.

Con Acabo de llegar, el sonido se acercó mucho, mucho, mucho, al Alchemy de Dire Straits. Habría sido el final perfecto del concierto, pero aún quedaba mucho por llegar. Los bises comenzaron en acústico, con una maravillosa versión de Abrazado a la tristeza (genial el detalle del vídeo en blanco y negro), y terminaron, otra vez con ecos de Knopfler, con Donde todo empieza.

Fue el momento de mirar el reloj, y darse cuenta de que habían pasado ya casi dos horas y media. Por una vez, en España hay alguien que vende muchos discos porque, sencillamente, son buenos, y agota las localidades de sus conciertos porque es difícil salir descontento de ellos. Bravo por él.

Fito & Fitipaldis

Fotografías: Roberto Ortiz (RTZ!) para ANDN.

3 comentarios sobre “Con la gorra”

  1. La eterna discusión: ¿qué es alternativo? ¿qué es música de radiofórmula? ¿la calidad está reñida con el último término?

    «Tuve» que ir, pero fue divertido, la verdad. Aunque los temas instrumentales se me hicieron pesados.

    Nitrato era un clon de Robreto. 😈

  2. Nitrato era el showman del concierto: tan pronto valía para cambiar y afinar guitarras como para bailar breakdance en el centro del escenario.

    :lol::roll:

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