Siguiendo el afán de ordenación enciclopédica que nos inunda en fechas tan señaladas, llega el turno a los cómics, historietas, tebeos y/o novelas gráficas. Este año se han publicado en España obras que llevan años circulando en otros países como el ambicioso Kafka, de Crumb y Mairowitz o el divertidísimo Kick-Ass, de Millar y Romita; interesantes experimentos como Arquitectura para principiantes, de Josep Busquet y A. Xöul; el nuevo ejercicio de estilo de YO. Otro libro egocéntrico de Juanjo Sáez, de Juanjo Sáez; el premiado en Francia Dios en persona, de Marc-Antoine Mathieu; el premiado en el Salón del Cómic de Barcelona La marea de San Pedro, de Tomeu Pinya; el premiado en Babelia en la categoría Otras perspectivas (???) y ya comentado aquí Notas al pie de Gaza, de Joe Sacco… pero el agraciado con el prestigioso y nada remunerado premio de ser el mejor cómic del año para ANDN ha sido El invierno del dibujante, de Paco Roca.

Aunque apenas lleva un mes en las librerías, los que hemos podido leer (y releer) este cómic hemos otorgado la máxima distinción del blog a esta historia real sobre los entresijos de la industria de las historietas en España a mediados del siglo pasado. La Editorial Bruguera competía con TBO por dominar el mercado con revistas juveniles como Pulgarcito y DDT, y gracias a una política empresarial hacia sus creadores que haría llorar sangre a los artistas de hoy en día: los dibujantes no eran dueños de sus personajes, y solo cobraban una vez (cuando entregaban las páginas) mientras que sus historietas se publicaban varias veces en distintas revistas; los derechos de autor no estaban de moda cuando aquello. Por esta razón, Escobar, Peñarroya, Cifré, Giner y Conti, cinco de los dibujantes más prestigiosos de la Editorial decidieron marcharse y montar una revista totalmente nueva: Tiovivo.

Y esa es un poco la historia que relata el cómic, sin querer entrar en spoilers. También se pueden ver los inicios de Ibañez y al caradura de Vázquez, del que se dan unas pinceladas muy en la línea del biopic que pudimos ver recientemente en cines.
Desde el punto de vista formal, Paco Roca, a diferencia de sus últimas obras (mucho más lineales), estructura la historia con saltos temporales y gamas cromáticas acordes a la estación y trama del capítulo en cuestión: detalles que se aprecian y disfrutan en una segunda y tercera lectura.
La ambientación de la oficina de Bruguera, con ese machismo que se destila con naturalidad, los trajes, los dibujantes… me recordó bastante a Mad Men, y pude comprobar que es un efecto buscado a través de las propias declaraciones del autor en el encuentro digital de elmundo.es, cuando dice que más que una película, el cómic podría inspirar una serie del estilo de la de dichos fumadores-alcohólicos-mujeriegos publicistas.
Personalmente, me han encantado las conversaciones a tres o cuatro bandas que se llevan a cabo en viñetas de formato apaisado, una composición de la escena que es muy compleja de hacer fluida en los cómics y que Paco Roca resuelve con soltura.

Aprecio, más que una mejora en el dibujo del valenciano (la portada es sencillamente sensacional), un perfeccionamiento en el colorido y la composición de las viñetas, pero lo que más sorprende, por comparación por ejemplo con el irregular El ángel de la retirada publicado este mismo año (dibujado por Paco Roca y guionizado por Seguei Dounovetz), es la historia, la capacidad literaria de relatar mediante el texto y el dibujo: el dominio del lenguaje del cómic, en definitiva, que posee y luce en cada una de sus últimos trabajos el autor de El invierno del dibujante.

Por si alguien no se ha decidido ya a comprarlo para consumo propio y/o regalo, aquí tiene el primer capítulo del cómic para salir de dudas (descarga completamente legal, cortesía de Editorial Astiberri).

Portada El invierno del dibujante: Editorial Astiberri