BIME 2013. ¿Subterranean BBK Fest?


Texto: Santiago V.M.(Stoner)

La primera edición del Bizkaia International Music Experience (BIME) nacía del 19-23 de noviembre en Barakaldo. Un festival para profesionales además de para el público en general. Una especie de feria de muestras de la música. No es el primero que se hace ni será el último, pero este me queda cerca de Santander y el cartel era bastante goloso. En la última semana se dejó a los acreditados la opción de participar de las actividades para profesionales (Mesas redondas, talleres, showcases…etc). De esto no puedo detallar nada ya que con los conciertos me basta y sobra. Llegamos el viernes sobre las siete de la tarde y estas actividades se venían haciendo desde el martes, con conciertos también repartidos por diferentes salas en Bilbao. Imagino que para los que hayan podido cubrir toda la semana habrá sido muy aprovechable.

Yo empecé lamentando el viernes por no haber llegado a The Excitements y después de disfrutar a Mercury Rev el sábado ya me sobraba lo demás. Estaba saciado. Como siempre hubo decepciones, sorpresas, lo esperado, mosqueos grandes por el tema de solapes, alguna baja de última hora en el cartel y satisfacción soberana también en varios aspectos que pasaré a relatar. Lo que viene a ser un festival en general, pero este, en cierta manera, presentaba ciertas novedades para lo que estoy acostumbrado.

La sensación que me queda, pasados unos días ya, es que el BBK Live no estaba completo del todo, y con este han desplegado del todo ese festival. El elenco de artistas elegidos encajarían perfectamente en Kobetas, de hecho gente como Rinôçérôse o Mark Lanegan ya han estado. Aparte, gran variedad en las propuestas musicales y una amplia baraja de artistas donde elegir. Aquí además se añade un escenario tipo teatro que abre todavía más el abanico. Alguna semana antes de este nacimiento, se lanzaba una oferta de bono conjunto BIME/BBK por un precio bastante asequible. Todo cobra sentido. Es el hermano pequeño, la otra cara, el festival de otoño del BBK. El recorrido inverso, de Bilbao a Barakaldo, del monte, el prado y el calor, al subterráneo, cemento y frío. Los dos cortes del helado, los dos sabores, cada uno tiene sus ventajas y también sus inconvenientes.

Imagino que para los que se quejan de la masificación del BBK Live, de las colas para subir, de estar expuesto a las inclemencias metereológicas (el último año cancelaron alguna actuación por una tromba de agua), esto supone un gran aporte. Yo así lo pienso, esto era comodidad. Aparcas debajo del edificio, todo el sitio que quieras que es una enormidad. Salir del BEC y tardar dos o tres minutos andando a la pensión es ahorro de tiempo y de energía. Puede que tuviésemos la misma distancia que de la entrada a la salida del propio BEC. Ir al baño y tener unos baños de verdad, como los que puede haber en un edificio de este tipo, es incomparable con los que puedas tener en un festival al aire libre. (Además unos operarios estaban constantemente limpiándolos). Se agradece. En este festival, no había problema ni para las mujeres en ese sentido. Tener unas escaleras mecánicas para subir y bajar es como sentirse “capitán general”. Mucho especio para moverse por los escenarios (el sábado algo menos) y saber que allí estábamos bien cubiertos. En la barra, si querías no tardabas nada. En fin, una serie de cosas, que hay que mencionar porque suelen ser las quejas de otros festivales.

En este caso el problema es más bien, la frialdad que da un edificio así para estas cosas, falta algo de romanticismo, una gran nave sin decoración, con mucho cemento pero sin mucho alma. Hay que ir personalizando esto un poco para que tenga cierto sentido. Mención aparte el tema de sonido. Juro por lo más sagrado que no he escuchado un sonido tan perfecto como el del escenario grande nunca jamás. Yo creo que ni en el FIB, ni en la sala Jam, ni en la Fábrica de Tornillos de Miranda, que ya es decir. (Creo que los encargados de sonido son los mismos que en el Ebrovisión). Desde donde vi todos los conciertos era sonido 10, como ver un dvd. Ahora ya no deseo ver a este o ese grupo, deseo verlos con ese sonido o parecido. Como se que es muy complicado, lo que deseo es que traigan a esos grupos al BIME en años sucesivos. Creo que tratándose de música es un tema importante. Las luces también eran perfectas, no tanto por espectacularidad como por bien elegidas. Yo me ponía en la piel de los fotógrafos y ha debido de ser muy placentero trabajar con esa luz que se mezclaba a la perfección entre las siluetas de los músicos. La conjunción de sonido, luces y artistas tuvo varios momentos bien gloriosos. Y no hablo de pirotecnia y proyecciones espectaculares. No os imaginéis eso.

También hubo alguna “cagada” francamente mejorable. El “Market” si era o ha sido todo lo que vimos el fin de semana entre los escenarios mejor no anunciarlo, cuatro o cinco puestos… no más. Cualquier festival tiene más. Lo mismo entre semana había más cosas así que tampoco me gustaría mucho entrar en esto por si acaso, pero para esos escenarios aquello era muy pobre. Poca venta se podía hacer. Otra astracanada, no se podía pasar del escenario 4 a ninguno de los tres primeros (que estaban dispuestos en línea en la misma nave) con bebida de uno al otro. El motivo, por si la traías de fuera. Supongo que hay quien ponga el campamento base en el garaje y luego suba con bebida porque en la entrada había personal de seguridad.
Y los ya habituales solapes… Entiendo que con 50 artistas por día, va a haber solapes que para los queremos ver lo mismo McEnroe y también Yuck o Manic Street Prechers y también Patrick Wolf es una putada, pero entendible. Se elige y ya está, pero había uno especialmente doloroso porque era triple y de tres artistas que estaban en las quinielas de todo el mundo. Mercury Rev, The Wedding Present y Mark Lanegan. Creo que estos tres eslabones hubieran dado más juegos alejados unos de otros que en cadena. También es verdad que hubieran coincidido entonces con otras cosas y puede que el resultado hubiera acabado siendo parecido. Es difícil cuando hay tanto y tan apetecible.

El viernes 22 de noviembre entre que aterrizas y estás dentro, lo primero que pudimos ver fue David Fonseca, se podían ver muchas cosas, pero elegimos eso. La verdad es que en disco su escucha es agradable, tenía curiosidad. El escenario cuatro, el de las sillas, ese más parecido a un teatro… lo mismo no era el sitio ideal. Llevaba formación de escenario grande y sospecho que pretensiones también. Incluso había un globo enorme reflejando proyecciones. Buen sonido, canciones correctas pero todo demasiado aseado, demasiado limpio. Con el paso de las canciones empezaron a verse tics que cada vez me gustan menos según como se utilicen. Bajar al público puede estar bien, pero si lo haces de manera forzada no. El ambiente no pedía eso, fueron unas cuantas cosas que me hicieron empezar a torcer el morro. El sonido también derivó en algo más comercial, en definitiva, que al final me pareció que todo seguía un guión establecido, resultaba algo impostado y terminé por no creérmelo. Por lo menos, el portugués no pidió el Balón de Oro para Ronaldo. Debe ser el único que falta.


Foto: Gorka Ruiz De Heredia

John Grant en el escenario principal ya era otra cosa. Algo mucho más sobrio, medido y elegante. No quiere decir que este concierto no tuviera un sonido limpio, cuidado, de hecho un sonido cojonudo, pero aquí había dolor, sentimiento y realidad. Canciones más profundas y melancólicas. Incluso las más electrónicas de su Pale Green Ghost no perdían ese barniz triste y decadente. Alguna como la que da título al disco sonaba bastante a Depeche Mode… no daba para desmelenarse pero si para cabecear con una cadencia casi hipnótica. Black Belt y las luces de LED subiendo y bajando de manera vertical me recordaban a los primeros videojuegos de Atari. En cualquier caso me quedo con sus composiciones más reposadas, GMF, I wanna go to marz, Sigourney Weaver o la conocida Queen of Denmark. Encima del escenario había buenos músicos, buenas canciones y muy buen sonido. Los duelos de guitarras de otras bandas aquí se trasformaban en duelos de teclados, uno enfrente del otro, aunque no era tanto ver quién da la mejor réplica como pasa en muchos grupos, si no intentar que la canción gane jugando en pareja, como los dobles en tenis. Que los teclados se complementen. Entre el público había mucho disfrazado de John Grant con sus camisas de cuadros y gorrito de lana… debe estar creando tendencia.


Foto: MusicSnapper

Manic Street Preachers venían presentando su nuevo Rewind the film, aunque ni mucho menos se centraron en él y si que hicieron un grandes éxitos al uso. Dudo que no dejaran satisfecho a todo el mundo. Como ejemplo, decir que empezaron con Motorcycle emptiness y acabaron con If your tolerate this your children will be next.(Casi nada). En general, un repaso por todos sus discos con lo que ello conlleva. Temazos y más temazos. A desing for life, You love us, Revol, (Its no war) just the end of love, Your love is not enough… aquello era un no parar, ya sabéis, con buena polla bien se folla. Parada en lo nuevo con Show me the wonder (muy rico ese aire soulero), Rewind the film o Anthem for a lost cause… había que aprovechar la trompeta y rescataron también Ocean Spray. La tres veces que les he visto han sonado de pegada y han clavado las canciones. Una de mis bandas favoritas de toda la vida, muchos recuerdos de juventud. Mi guitarra imaginaria a esas horas ya echaba fuego, con Yuck la dejé en cenizas. Mención especial para un Everlasting casi a pelo. Cantante, guitarra acústica y esa maravilla acariciando nuestros oídos. La voz de James Dean Bradfield me sigue pareciendo única, realmente reconocible.


Foto: MusicSnapper

Después de darme este gusto me moví hasta el fondo de la nave para ver a McEnroe ¿cinco minutos? Si, era ridículo ir para hacer la visita del médico, pero claro, no me pude marchar hasta veinticinco o treinta minutos. Quería ver a Yuck, pero algo tiraba de mí cada vez a filas más cercanas al escenario. Ricardo, devuélveme el corazón que están tocando Yuck. Me fui con la tristeza del que abandona a su chica por otra pero es más complicado ver a los otros. Escuchar a Yuck es como revisitar los noventa de un plumazo, un recorrido por unos cuantos grupos y sonidos muy determinados. Lo hacen muy bien, no han inventado nada pero se puede decir que te hacen viajar a un sitio muy confortable. Lose my breath o Rebirth como si fueran Lush, The Wall suena a Teenage Fanclub, Operation o Get Away a Sebadoh, Dinosaur Jr, Sonic Youth. Muy rico todo. Guitarras como grandes protagonistas, chicos y chicas con las miradas perdidas y cuerpos casi clavados a las tablas. Encima del escenario no son la alegría de la huerta pero lo dicen todo con la música. En sala tienen que ser la bomba.


Foto: MusicSnapper

The Asteroids Galaxy Tour son un grupo danés que en su día pidió la misma Amy Winehouse de teloneros de uno de sus conciertos. Aparte de eso, su canción The Golden Age fue utilizada por Heineken para una de sus campañas de publicidad. Como mínimo despertaban cierta expectación.
En disco tienen un pase. Una especie del soul, hip-hop y pop juguetón y alegre. Mette Lindberg es una pequeña rubia tan guapa que podría ser modelo de fotografía perfectamente. Encima usan vientos. Las condiciones eran buenas, el horario también (cuando los gatos son pardos ya). Pues bien, se fue cayendo todo poco a poco como caía mi tupé engominado en días de lluvia. De fachada bien, pero se les veían las costuras. No negaré que me dio para bailotear un rato, tampoco pido que estos grupos sean unos virtuosos. Está claro que no se les puede exigir lo mismo a estos que a unos de los que “tocan” de verdad. Esto es puro entretenimiento, pero esperaba más. Empezando por ella ¡Qué poca gracia baliando Dios mío! Cuando yo veo a una chica bailando así por la noche en una carpa de esas que ponen en los festivales no puedo por menos que pensar… “Mira, aquí tengo mi versión en femenino” Claro que físicamente ella me mejora.

La voz tampoco es algo a destacar. Los vientos tampoco salvaban la situación. No quedábamos muchos a esas horas o estaban en otros escenarios, el caso es que parecía una reunión de pendencieros, de náufragos agarrados a cualquier cosa. El camión de la basura estaba ya cerca de pasar. Recuerdo que al final acabé echándome unas risas con un poligonero que tenía por allí cerca ¡Hasta los poligoneros no tenían el mínimo respeto por el grupo! Si me pongo exquisito, musicalmente valían poco, pero canciones como Satellite, The Golden Age o Heart Attack me hicieron bailar sin preocuparme de calidades ni demás chuflas. Encima, en contra de lo previsto, arriba del escenario no había una “diva”, había una especie de cantante patosa y petarda. Por cierto, Heart Attack es como escuchar a Bis y eso siempre es fiesta.


Foto: MusicSnapper

Rinôçérôse hicieron el mismo concierto que les llevo viendo en los últimos ocho años pero sin proyecciones y luces tan espectaculares como las que llevaban cuando giraban con el Schizophonia. La verdad es que sin hacer nada nuevo y echándole más cara que espalda (se podrían cortar a la hora de meter cosas grabadas) volví a tropezar en la misma piedra. Yo a cierta hora si estoy animado y es algo que me gusta, no se parar. Ahí estaba el “Pelocho”, el cantante de Infadels, vamos, lo de siempre. Podría rescatar cualquier crónica de las que le he hecho en el pasado que la cosa quedaría igual. Metidos entre 50 grupos no me importa pero yo creo que ya es hora de traer otras cosas o de que ellos presenten algo nuevo. De mientras… Funky, Funky music.

El sábado 23 de noviembre empezamos antes con Juana Molina (La Paz Padilla de Argentina). Sólo nos dio tiempo a ver tres canciones pero me dejó un buen sabor de boca y ganas de haber salido antes de la siesta pero estaba un poco tocado. No se cómo definir esa música, dudo que lo sepa definir ni ella, pero eso es lo bueno. Hay cosas que no hay que explicarlas, hay que disfrutarlas sin más, no hace falta etiquetarlo todo. Han dicho de ella que puede ser la Björk sudamericana, puede ser, yo no tengo palabras para definirlo. Si alguien tiene curiosidad que busque en el youtube su canción “Un día”. Esa si la vimos, disfruté más veinte minutos de esta señora que cuarenta del David Fonseca.

Después vino un rato de zozobra. Bakelite eran una especie de The Kills vascos que no molestaban pero tampoco me entusiasmaron. Por lo menos tuvieron su pequeño recuerdo para la Velvet Underground. Luego tocaban Jak Knife, nos asomamos pero en fin… prefiero no comentar nada.

Al poco estábamos un grupo de ocho personas aproximadamente (La armada santanderina) en medio de una nave del tamaño de tres campos de fútbol sin saber dónde ir, ni que echarse a la boca y con la seguridad que luego nos perderíamos cosas interesantes por el solape ese de la muerte ya comentado. Es más, nos comunican que Everything, Everything se han caído. ¡Mierda! El último hilo de esperanza era que pasaran a esa hora a alguno de los que tocaban a la vez. No fue posible, pasaron a Supersubmarina. Mi cabreo iba aumentando. Esa isla en el océano que parecíamos nuestro grupo estaba cayendo en la depresión. Parecíamos desnortados, el resultado fue que nos separamos en dos grupos. Los que fueron a Wilhem & The Dancing Animals y los que elegimos a These New Puritans. Alguno hizo mitad y mitad.


Foto: MusicSnapper

Yo no sabía que hacer hasta última hora pero volví a elegir el escenario principal en función del grupo que más difícil tengo de ver. A los navarros espero pillarles pronto. These New Puritans me generaban muchas dudas. Su último disco es realmente duro de escuchar, en directo apuntaba a ladrillo pero por otra parte pensaba “¿Tiene que tener algo que todavía no he descubierto?, lo mismo en vivo lo hacen crecer, lo mejoran”. No me arrepiento, salí encantado. Tampoco sabría muy bien cómo definir esta música. Si, es pretenciosa de cojones, me vinieron a la cabeza grupos como Dead Can Dance, Sigur Rós, incluso los Radiohead del Kid A. Allí arriba no había ni una puta guitarra, mucho espacio para sonidos que se van encandenando en vueltas y vueltas interminables pero que te arrastran como una marea de la que es difícil escapar. Una especie de centrifugadora sónica, con ritmo constante y sonidos evocadores, como de banda sonora o limbo. Te golpean poco a poco a modo de placentera tortura. Los teclados y los metales hacen una masa que convierte la música en algo denso y pegajoso. Después de un rato en el que parece que el tiempo se ha parado, te das cuenta que llevas unos diez minutos embobado, mirando aquello sin pensar en nada, con la mente en blanco. Sólo el sonido de canciones como Organ Eternal o Fields of Reeds. Algo realmente hipnótico.

Voces susurrantes, música mínima, extraña, música que quema sin que lo notes, que actúa a largo plazo, que va dejando huella canción tras canción, de manera tan discreta que cuando te quieres dar cuenta estás totalmente atrapado en una tela de araña que llevan trazando cincuenta minutos atrás. Cosas como Fragment Two lo mismo me dan la razón dentro de unos años. Este disco puede pasar de “no entiendo nada” a “todo tenía sentido”. Tan sólo se salieron un poco del guión con We want war que convirtió aquello en algo más caliente y maquinero. En definitiva, la sorpresa del festival. Ya se me iba alegrando la noche y lo mejor estaba por venir.

Subo al cuatro a ver a Sondre Lerche. Primera sorpresa, escenario vació, está sólo él y su guitarra de caja. Bueno, esperaba banda pero si se lo monta bien no tiene porque ser algo negativo. El caso es que no, aquello era lo más lejano a lo que yo me esperaba. No cantó las canciones en plan acústico y bonito, si no en plan, intento recoger con la guitarra todo lo que suena en el disco y demuestro que además de buen cantante, soy buen guitarrista. Eso de hacer el hombre orquesta sólo con la eléctrica cambiaba demasiado sus composiciones de como las escucho en casa. Estuve unas cinco o seis canciones, esperé a que remontara pero no hubo forma.

Bajé a ver a los Courteeners que sonaban de pegada, (insisto una vez más, el sonido fue escandalosamente bueno) pero que no tenían ni una pizca de personalidad. Todos estos grupos que suenan a Mando Diao, Franz Ferdinand, Killers, Kings of Leon son los mismos perros pero con distintos collares. No se diferencian, los originales bueno, pero es que ya son todo sucedáneos. Iba ya la mitad del concierto cuando llegué y ni si quiera aguanté lo que quedaba.

Me voy a ver a Belako que son más interesantes aunque tampoco hayan descubierto la pólvora. Venía de ver a estos mozos (la media de edad debe ser 19/20 años) de teloneros de Shout Out Louds en Santander y el recuerdo es realmente grato. Aquí no pude disfrutar tanto, había un montón de gente y me quedaba atrás del todo. No me dolió tanto porque lo tengo muy fresco y con la edad que tienen estoy seguro que les veré en muchos sitios. Cuidado con ellos que encima del escenario, no se amilanan ni media. Darán que hablar.

Antes de esto me paré a hablar con Alfonso Santiago, estuvimos un rato departiendo del BIME y también del Azkena ¡Cómo no! Le hice llegar mi malestar por el tema de los solapes pero me dijo que no es tan fácil hacer tocar a los grupos que vienen de fuera a la hora que tú quieres. Que hay algunos que o tocan cuando ellos dicen o no vienen. Es una explicación, imagino que la organización también se da cuenta de que hay tres grupos que quiere ver todo el mundo. No puede haber otra razón.


Foto: Gorka Ruiz De Heredia

Mercury Rev dieron según mi opinión el mejor concierto que yo vi en el BIME y seguramente de los mejores que he visto en mi vida. Concierto top, sin duda. Han pasado cuarenta años para verles (ese justo día) pero ha merecido la pena la espera. (Y pensar que hace años en un Wintercase me decanté por Ian Brown antes que por estos…) Supongo que el destino me los tenía reservados para ese día y en esas condiciones tan sobresalientes de luces y sonido.

¿Cómo explicar este concierto a alguien que no estuviera? Es imposible, hay que vivirlo, estos tíos encima del escenario parecen la filarmónica del rock (robo la frase de un amigo pero estoy 100% de acuerdo). ¡Qué dominio del sonido!
Pero no sólo manejaban el sonido, también el espacio, la nada, manejaban cómo el sonido ocupa el espacio, cómo hacerlo fluir, cómo llenarlo, vaciarlo, convertir el aire en una gran bola sonora y circular. Trasformarlo en algo elástico, dúctil, maleable, que flota, se expande y contrae. Era algo hidráulico, no sé como explicarlo para que se me entienda, parecía que bombearan la música. Cuando un instrumento salía al primer plano los otros quedaban compensando pero sin perder homogeneidad. Era algo de “escuela superior”.

Estos tíos comen en mesa aparte. No lo hacen bien como miles de grupos que lo hacen bien, es que eso era nivel de Pink Floyd, Who, Led Zeppelín y todos estos dinosaurios. Era un grupo de otra liga y estaban ahí, delante de mis narices, haciéndome recoger mis pelotas del suelo una y otra vez. No en vano Robreto me dijo “Te ha debido gustar la ostia porque no has abierto la boca en todo el concierto”.

Esa banda funciona como un Theremín gigantesco, como una antena ajustando sonidos aquí y allá, un puto torbellino. Hubo un momento que los cinco que aguatábamos a duras penas sin desmayarnos, nos miramos a la vez a los ojitos (como decía Luís Aragones) y no hacían falta las palabras. Todos “Candy Candy” de manera unánime y sin premeditación alguna.

Jonathan Donahue le daba a todo un toque teatral y misterioso, como una especie de duende dirigiendo una orquesta de rock. Botella de tinto en mano, haciendo siluetas en plan Flamingo, parecía un mutante entre Ian Anderson y Lux Interior. A veces quería elevarse con sus brazos como alas y volar, nosotros llevábamos volando ya rato, flotando en esa marea sonora, esa auténtica orgía de sensaciones. Tensión y más tensión, uno de los conciertos más emocionantes que he vivido, con un sonido epatante.
La base rítmica era digna de ver. Nunca pensé que un grupo así tendría un batería y un bajo aporreando de esa manera. Las guitarras cristalinas y sólidas. Esas descargas eléctricas flotaban como virutas de diamante en el polvo blanco pulverizado de esos cañones de luz. Todo lo que estaba puesto encima del escenario trabajaba en la misma dirección. No quiero pensar qué hubiera sido con proyecciones.

Canciones como Holes, The dark is rising, Tides of the moon o Endlessly me dejaron tan saciado que ya me daba igual no haber visto a Wedding Present, Lanegan, los que se cayeron o lo que quedaba por venir. Había visto a Mercury Rev a pleno rendimiento y eso ya me lo llevo al archivo de mis conciertos favoritos de siempre.


Foto: Gorka Ruiz De Heredia

Gossip me decepcionaron un poco. Seguramente no era la mejor situación para verlos. Después de un grupo que te ha sacado todo el jugo, que te ha dejado tan impresionado que ni pides “otra”, en ese momento de procesar la salvajada que acabas de ver, el que viene después tiene las de perder. Encima a esa hora se congregaba la mayor afluencia de gente que vi en los dos días y nos tocó bastante lejos. Es como si no acabaran de romper, me los imaginaba más descarnados, acelerados, locos. No iban a machete, estaban como contenidos. Está claro que tienen temazos como Heavy Cross, Standing in the way of control o Move in the right direction, pero al final suena todo muy parecido, especialmente machacón. Incluso la voz de Beth Ditto se me hace pesada. Estilo Mónica Naranjo cuando escuchas diez minutos… si llegas a hacerlo. Que se me entienda la comparación porque no tienen nada que ver, pero yo esperaba algo más tipo Bellrays y el soniquete este en el que han derivado hace unos años ya, provoca eso, todo el público excitado, la gente que quiere romper la pista pero para mi gusto lineal y demasiado aséptico.

Instituto Mexicano del Sonido otra de las sorpresas agradables. Me quedaba poco ya en la reserva pero es difícil no dejarse seducir por esa especie de cumbia electrónica. Las proyecciones eran muy cachondas. Entre el público bastante mestizaje, las niñas más monas y pijas imaginables y algún yonki marchito también. Flequillos de diseño y rastas de diseño. Aquello era la coctelera, la música también. Podrían ser una especie de Facto Delafé mejicanos, más verbeneros eso sí.

El resumen que nos hace Last Tour es que hubo unas 8.000 personas cada uno de los dos días, aunque yo creo que el sábado bastante más que el viernes. Yo digo que hace falta mejorar algunos aspectos pero la cosa empieza bastante bien. Parece que el año que viene se adelanta a octubre, espero que todo sea menos frío entonces y mantengan el nivel de las contrataciones y el sonido, sobre todo ese sonido.

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