El encanto de las cosas pequeñas (Ebrovision 08)

Hace cinco años me enamoré sin remisión de este festival. A mi chica le pasó lo mismo así que se puede decir que formamos un trío sin celos ni malos rollos. Es más, para nosotros el Ebrovisión es una cita ineludible, un espacio común sagrado, un sitio para compartir mucho más que música… afectos, buen rollo, un lugar ideal para coger aire, para eliminar porquerías. Un fin de semana purificador, al que llegamos con muchísimas ganas y del que siempre nos llevamos la mochila cargada de cosas buenas. La verdad es que da mucha pena dejarlo atrás y pensar que quedan otros trescientos y pico días para volver. Todo lo que tiene de modesto, lo tiene de grande. En Miranda de Ebro, durante los días del evento, menos, significa más. Si atendemos a la capacidad de la ciudad, el recinto, asistentes y presupuesto del mismo, podríamos pensar que es un festival menor (comparado con otros es así). Si nos fijamos en el resultado final… es decir, condiciones del pabellón de los conciertos, horarios, comodidad, precios, servicios… es decir, todo lo relativo a la organización, es un festival mayor. Y si nos fijamos en detalles tan importantes como el trato recibido por los mirandeses en general… empezando por los que montan el tinglado (Asociación Cultural Rafael Izquierdo) y acabando por el señoruco que te acompaña hasta la puerta del camping, comprendemos porque toda la gente que lo pisa una vez, habla maravillas. Entendemos que Teenage Fanclub estuvieran desde el jueves y se pasaran por la sala Maquiavel a ver la fiesta de presentación… todo cobra sentido.

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