Fotos por Roberto Ortiz

Sala BNS (Santander), 24/7/2008

5 años hace ya que el señor Patrullero empezó en esto de pinchar discos. Lo suyo era celebrarlo como la ocasión lo pedía. Y así se (nos) regaló una velada preciosa en la sala BNS.

Para empezar, el encanto naïf de los pamplonicas Kokoshca. Vinieron como dúo, así que dejaron en Navarra las piezas más ásperas de su sonido. Pero permanecieron fieles a su militancia amateur y presentaron frágiles composiciones de pop inocente, como podían haberlo hecho unos The Pastels o Beat Happening.

A The Rebel Orthodontics había ya ganas de verles; que yo recuerde, esta ha sido la primera vez que los de Ibio han bajado a tocar a Santander. Y es que, aunque parezca mentira, se han dejado ver más por Madrid que por la pozona… Este grupo intenta saltarse todas las convenciones habituales en el ceremonial de la música pop. Sorprenden por su formación (dúo de guitarra y batería), por la edad de sus componentes y la relación que mantienen (una adolescente y su padre) y por su propuesta musical, microconciertos de microcanciones instrumentales (¡casi más cortos que esta crónica!). Han depurado al máximo su sonido sonido para eliminar cualquier elemento accesorio, y poder ofrecer una intensidad implícita, contenida, que se desvanece antes de llegar a estallar. En fin, una deliciosa anomalía en nuestro panorama, si cabe con más mérito por venir de un lugar donde los creadores suelen mostrarse bastante más conservadores.

Si el mundo fuera justo, Templeton deberían ser el grupo del verano 2008 en Cantabria. Hasta seis individuos hacen falta sobre el escenario (voz, dos guitarras, bajo, teclados y baterías) para hilar tan fino en una urdimbre de pop soberbio, de guitarras estivales y melodías luminosas. Esperamos con ansias ese primer disco; con una colección de himnos como el que ya tienen estos mozos, el resultado no puede ser malo.

Fue una lástima que la fiesta no pudiera continuar con una pinchada a cargo del celebrante. Pero bueno, no será porque no se deje ver tras los platos… En los dos días siguientes, Patrullero ofreció sendas sesiones en distintos locales de Santander.

En definitiva, una celebración pequeña, casi familiar –allí debíamos de habernos reunido unas 70 personas-, pero intensa como celebración del indi más puro, el de la independencia que surge desde la fe ciega en la estrategia del “Hazlo tú mismo”. Un tipo de celebraciones que, por desgracia, no suelen ser demasiado habituales en nuestra ciudad.

¡Lo dicho, feliz aniversario, y que sean muchos más!