Visto y no visto

El pasado miércoles 4 de febrero tocaban Graham Day & The Gaolers en la sala BNS de Santander. Las ganas eran grandes, las expectativas también. Por lo que comentaba la gente, en Barcelona había sido conciertazo. Así pues, la noche prometía… Una hora después de que el músico inglés y sus compañeros americanos abandonaran el escenario, la sensación era de relativa decepción.

Me explicaré mejor… lo primero fue llegar a una sala vacía, “llegarán más tarde” pensé… efectivamente, llegaron más tarde pero unos pocos. Antes de eso ya nos enterábamos que el grupo telonero “B-Back” no venían. No se qué problema tuvieron exactamente pero se quedaron en Italia. Finalmente salen los verdaderos protagonistas de la velada, tocan treinta y cinco minutos y se retiran. Vuelven, dan dos bises y sin casi ni llegar a la hora, empieza a sonar la música de la sala. ¡Qué mal rollo da la música cuando es para dejar de escuchar otra música! Es cómo cuando vienen las madres y mandan a los niños a la cama, ya sabes que no hay vuelta atrás. El concierto se ha acabado.

Lógicamente eso no era lo que esperaba, hay grupos que tienen verdadera vocación de calientapollas. Y claro, molesta más cuando el grupo te gusta, porque, no nos equivoquemos, el concierto estuvo muy bien. (Por eso mi desazón). Es demasiado difícil para mí, separar y abstraerme de todos estos elementos que rodean una tocata y que hacen que esta engorde hasta llenarte. Es que lo del otro día fue como ir a echar un polvo sin preliminares. Llegar, mojar e irse para casa. Pura gimnasia.

Encima del escenario, Graham (ex Prisioners), Dan y Buzz (ex Woggles) que han unido sus fuerzas para este proyecto que tiene dos discos hasta el momento. Uniformados todos como un verdadero equipo, pantalón negro y casaca marinera, el trío repartió pildorazos como himnos, canciones que salían disparadas como las pelotas de tenis de sus máquinas. Iban tan rápidas que las recibíamos sin apenas respiro, una detrás de otra. Contundentes riffs, ritmos vitaminados, coros que llenaban como si tocaran con cinco… una clara regresión a sonidos que te llevaban inevitablemente a grupos como The Jam, The Who, Byrds… pop, garage, beat, surf … Canciones de dos minutos sin apenas punteos, música comprimida, acelerada, energética y muy coral. Una maquinaria bien engrasada pero rácana en su minutaje. El concierto discurrió como un monólogo de cartuchos fugaces tipo Wanna smoke, Begging you, Glad I’m not young y con algún mínimo respiro como la instrumental South avenue.
Tras la actuación una familiar charla y Graham que se defiende ante mis quejas… “Es que soy muy viejo, y además, no tenemos más canciones”. Digamos que también la situación, pudo ser fruto del telonero que no tuvieron. Con un buen calentamiento por parte de otra banda, ahora mismo estaría escribiendo unas líneas más amables. Seguro .

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