El hijo adoptivo


Foto: DELTA

Quique González, ¡Qué bueno que viniste!, qué bueno que hayas llegado hace pocos años para poblar con tu talento nuestras montañas, para cubrir con tu carisma innato todos los rincones de los que te siguen. ¡Da gloria ver el teatro de Tantín rendido a tu poesía!. Hay que recordar que Caja Cantabria había vendido todas las entradas con un mes de antelación.

Antes pedías permiso para aterrizar, ahora tienes todas las licencias para volar al infinito, para llegar a las estrellas como la que tu tienes.
Hablando de los misterios de la música, hay cosas que no se explican o razonan, simplemente son así… hay músicos buenos, malos, genios ocultos y triscas que reciben más atención de la debida… hay una oferta amplia y variada, cada uno se puede quedar con lo que le de la gana pero hay cosas que no se pueden enseñar ni vender. Lo intangible lo tienes o no lo tienes. Para mi Quique González lo tiene. No necesita explicación, es algo tan cercano como la verdad desnuda de sus letras sin colorantes. Quique es el reportero a pie de calle, es la proyección de la conciencia oculta, pone su vida encima del escenario y hay tanto en común… tengo la sensación de que hay músicos que hacen de portavoces y esa calidad tampoco se puede aprender, viene de fábrica.

Si tus canciones son redención llegarás a los altares… te has ganado el cielo con tu evangelio mundano, tu gesto de buena gente y una trayectoria adquirida en cada línea escrita. Ahora me dirán que no escribo de géneros, que no hablo de música, ni de si tocaste bien o mal aquel acorde o de las luces del escenario. No quiero contar eso, prefiero decir que cuando sonó Vidas cruzadas sentí que se me escapaba el corazón. Que cuando recuerdo a todo el público en pie, cantando la canción, me encuentro al borde de la lágrima y eso tampoco se puede pagar. Pusieron a toda la gente de acuerdo. El respetable se portó de diez, mantuvo un respetuoso silencio en todas las canciones, palmeó cuando el tema lo requería y por supuesto, se dejó la garganta en ese cierre tan emotivo.
Lo voy a decir una vez más. Este mozo tiene más rock and roll en el dedo meñique que toda la discografía de muchos grupos que hay por el mundo. Es auténtico, sus canciones lo delatan. Tocará para cincuenta o para quinientos, se editará los discos o estará en una multinacional, saldrá en la tele o se pudrirá en el olvido pero su legado es tan real y tan puro que casi me da lo mismo lo que acontezca a su alrededor. Yo me quedaré siempre con sus discos.


Foto: DELTA

Por no hablar del grupo. LA ARISTOCRACIA DEL BARRIO, como decía un curilla que me dio clase, deberían llevarlo encima de la cabeza, con letras de oro y en mayúsculas. ¡Vaya banda!. Reconozco que con Karlos Arancegui no soy nada objetivo. Es el batería nacional que más me gusta. Desde que le vi por primera vez con Iván Ferreiro, hace ya cuatro años, me tiene hipnotizado. Tengo que hacer esfuerzos ímprobos para dejar de seguirle con la vista. Es un superclase, tiene un estilo tocando fuera de lo común. La base plúmbea del bajo de Jacob lo sujeta todo, es imposible caerse. El gregario de lujo, el encargado del trabajo sucio, lo resuelve con toda la solvencia. Y Javi Pedreira…¡ufffhhhhh!. Cada punteo era un pellizco en el alma, sus cuerdas detienen el tiempo, tienen un lenguaje propio. Solo había que abrir las orejas e irse de viaje, esas guitarras proyectan unos recorridos sonoros más cercanos a los sueños que a la tierra. ¡Magistral!.

El viernes 30 de noviembre, los muchachos nos regalaron una actuación intachable en un coqueto y teatral escenario y con un sonido perfecto. Un show rico y variado. Desde la primera Conserjes de noche, Hay partida, La vida te lleva por caminos raros (versión de Diego Vasallo), Lady Drama, Kid Chocolate (dedicada al boxeador La Cobra Rasilla), Doble fila, Se equivocaban contigo, La luna debajo del brazo, Groupies eléctricas, Los desperfectos, Salitre, Aunque tu no lo sepas… de lo sutil a lo eléctrico, de la mecha a la carne. Pasaron por todos los estados. Además Quique canta como nunca, siempre intenta algo, a veces se columpia pero da lo mismo. Los registros de su voz tampoco tienen topes. ¡Va a por todas!. Para que luego le encasillen como cantautor sin más. ¡No te jode!.

El mozo arrancó el motor hace tiempo, pero ahora se le oye. Está a la vista de todos, como la luz de los faros del Ford que gobierna su teclado. No veo el final de la carretera. Quique está haciendo el camino poco a poco, sin prisas. Ha pasado el tramo más duro, ahora divisa los paisajes del reconocimiento. Está en la parte más bonita, tiene los mejores compañeros… puede que lo mejor esté por venir. (Y eso que cuenta con siete discazos)

Para que estas sensaciones además de quedarse en la retina y en el alma, permanezcan de manera perenne, Fernando Macaya ha grabado un DVD llamado “Dónde están las gafas de Mike” que acompaña el cd “Avería y redención # 7” y dibuja perfectamente la persona del artista. Un gran trabajo que fue proyectado antes de la actuación en una sesión casi exclusiva y se convirtió en el aperitivo perfecto de una noche cargada de emociones y minutaje. Dos horas y veinte de actuación y cinco minutos de ovación. Treinta canciones aproximadamente. Casi nada.

Como quiera que mucha gente se ha quedado sin verle esta vez, no estaría de más que el grupo vuelva dentro de no mucho tiempo, y el que pueda, que repita.

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