El caso de los músicos de Santander contra la realidad

London no suena

Hay un libro (totalmente recomendable) de Juan José Millás que lleva por título: Hay algo que no es como me cuentan. El caso de Nevenka Fernández contra la realidad.

En esta ciudad también hay cosas que no son como nos cuentan.

Ayer, como ya hemos comentado, el concierto de London Luxury en El Planeta se suspendió. Cuando salí de casa ya lo sabía (gracias a que nuestro foro, en un par de días de vida, se ha convertido en un punto de encuentro muy activo) pero aún así decidí acercarme, conocer el bar, y tomarme algo allí.

Un concierto suspendido en esta ciudad es algo que ha dejado de ser noticia, para convertirse en triste rutina. Llega la policía, detiene el concierto, y ale: todos para casita. Dispérsense. No me formen grumos.

Pero no, lo de ayer fue extraño, sospechoso, y mosqueante. Lo estuve comentando con algunos de los miembros del grupo, y posteriormente los propios componentes de London Luxury nos enviaron un revelador correo electrónico en el que dan su versión de los hechos. Y creedme, es una versión muy interesante. Reveladora. Y es que el concierto de ayer no llegó a empezar, se suspendió antes de que sonase la primera nota, antes de montar los instrumentos. ¿Protestas de los vecinos? ¿ordenanzas municipales? ¿problemas de licencias?

Aquí hay algo que no es como nos cuentan. Y si queréis conocer los detalles….

Entre Fahrenheit, Minority Report y el lobo en el redil…

No es la primera vez que pasa.

¿Es la historia de siempre? Pues… no, esta vez no. Porque «esta vez», no se ha suspendido un concierto gracias a la denuncia de un vecino. «Esta vez», no contamos con la intervención de un/os servidor público (cierto público…) uniformado llamando al orden (cierto orden…). Porque «esta vez», no se emitió ni un solo acorde, ni una nota… ni siquiera hubo una prueba de sonido.

El encargado del establecimiento, tiene un excelente trato (y diálogo) con los vecinos (además de un local debidamente insonorizado). La Policía llegó una hora antes de la estimada para el concierto. Como novedad -además de la ausencia de una conducta prepotente- la misma, se anunciaba (y demostraba) como «de la Secreta» (???) ni coche-patrulla, ni uniforme… ni denuncia (!!!).

Hasta aquí, algo de Fahrenheit 451: los libros son cambiados por discos; las preguntas las hacen unos, a cambio: la «libertad» de responder (y no ser respondido); si no eres partidario del regimen (selectísimo grupo que dictamina lo que está bien visto y vela por los que pertenecen al círculo de confianza/impunidad), estás condenado «al lanzallamas».

¿Por qué «esta vez»?

El oficial nos advertía «que se sabía que iba a tener lugar este concierto» y que una amistad, daba cuenta de «esto» al Departamento (de la Secreta). Y agregaba: «no podemos obligar a que no hagáis < >, pero os arriesgáis a una multa segura». Cuando «esto» (de un tiempo a esta parte) pasa a ser un crimen… «esta vez», se trataba de un precrimen (?!?!?!).

¿Pero qué hubo de diferente «esta vez»?

Además de las novedades e irregularidades mencionadas, tuvimos oportunidad de ver cómo se había enterado la Policía Secreta. «Esta vez» no sólo lo habrán leído en el periódico de ayer, sino que esa amistad, les re-envió el mensaje del mailing del concierto… Y en este preciso instante, es cuando esa amistad, por descuido de la Secreta (bueno, no tan Secreta…) y a pesar de su empeño, dejaba ver que se trataba efectivamente del mail anunciante (no un cartel de la calle…) impreso. Y un interesante remitente…

Ahora, para el lobo en el redil: ¿estás decidio a asumir este papel a cualquier precio, no? ¿acaso tu delito, no es mayor por la posición en que te encuentras?

«Esta vez» (que no la primera), no sólo has contribuido a que CANTABRIA NO SUENE, sino a demostrarle a los demás (cántabros y demás del redil) que alguno puede hacer desde un supuesto anonimato, que CANTABRIA parezca HIPÓCRITA, INESCRUPULOSA, MERCANTILISTA, COBARDE, CÿNICA, MANIPULABLE… en nombre de las fuerzas de la ley y el orden (y la amistad…)

Desde la «clandestinidad», al menos tenemos la decencia de no quemarte, ni prejuzgarte, ni apartarte del redil(de momento…) a cambio te pedimos que respetes (de ahora en adelante) nuestra dignidad como personas y artistas, ajenos a tu ininteligible estrategia comercial, amistad y particular relectura de los clásicos/películas fantásticas/refraneros populares.

un artista, «esta vez», de londOn luxury

les esperamOs, la próxima vez (a casi todos)!!!

Ahí queda eso… que cada cual saque sus propias conclusiones. Por si le interesa a alguien, yo he sacado la mía. Y se resume en que podemos hacer dos cosas: o aceptar la derrota, asumir que en esta ciudad no se puede disfrutar de conciertos, e irnos a casa a ver Ana y los siete, o ponerse cabezotas, y que los músicos sigan luchando aunque a veces sea frustrante, que los aficionados sigamos intentando asistir y apoyar a nuestros grupos, y que cualquier treta sucia y rastrera de detener la cultura sea denunciada y hecha pública.

Yo elijo la b. ¿Y vosotros?

6 comentarios sobre “El caso de los músicos de Santander contra la realidad”

  1. Me parece vergonzoso y extraño… me suena a algo anacrónico, debe ser que desde mi visión de mundo de la piruleta estas cosas no son concebibles…

    Todo mi apoyo para London Luxury y al resto de artistas que, como si ya no fuera complejo ese mundo…, tienen que luchar además con este tipo de …»cosas»

  2. como siga con ese celo la policía, esta noche, tras insistentes llamadas del tipo del camping, nos veremos desalojados de rostrío 😕

  3. pero van a necesitar toda la policia secreta de españa … si apareciese el detective mas rocambolesco con su koala :razz::wink::wink:

  4. Uf, cuanto oscurantismo entorno al asunto este. De todos modos me sigue sin quedar del todo claro el motivo real de por qué ese concierto no se llevó a cabo.

    Lo mismo tengo que releer el email del grupo, esto de dormir 4 horas le limita a cualquier la capacidad de concentración… 🙂

    Salud2,

    Rapid

  5. Jajajajaja he leído eso de «el mundo de la piruleta» del primer comentario y me he dicho «vaya! parece que está más extendida la expresión de lo que pensaba…», para descubrir instantes después que se trata de mi amigo Germenauta!! JAJAJAJAJAJAJA!! El mundo es un clínex.

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