Demasiadas expectativas (La Habitación Roja 20/10/12)

La Habitación Roja en Santander

Los valencianos de La Habitación Roja tocaron el pasado sábado 20 de octubre en la Sala Heaven de Cacicedo de Camargo. La banda no pudo disimular su desencanto por lo que ellos consideraban “poco público”. Manifestaron esa desilusión en varias ocasiones, camufladas entre risas y con cierta ironía, pero al fin y al cabo, se les notaba la amargura del que espera más, y se da con el sopapo de la realidad en la cara. Desconozco si es por orgullo (estilo Cristiano Ronaldo) o por pena de no haber conseguido una noche con más gente y seguramente mejor ambiente, lo que seguramente hubiera acarreado una actuación más destacable.

Mi impresión es que llevaban demasiadas expectativas… después de ver su actuación, creo que yo también deposité en ellos más de lo que debía. Y no, no estoy diciendo que el grupo no merezca más audiencia, ni que el concierto fuera malo… pero creo que igual que pudo haber más público (la entrada anticipada eran 12 euros, no parece caro), también el grupo pudo hacer más… Sinceramente, creo que pensaron más en las ausencias que en las presencias. Hasta ellos mismos se dieron cuenta que precisamente a nosotros, que habíamos ido, poco se nos podía decir.

LHR

El grupo venía a presentar su último disco, Fue eléctrico, del que tocaron un buen puñado… El resplandor, Siberia,
Indestructibles, Norge, Annapurna, Ahora quiero que te vayas…
etc.
En definitiva, CANCIONES con mayúsculas… Creo que no se puede negar que cada disco tiene un mínimo de cinco o seis realmente notables, alguna de ellas podrían llevar el distintivo casi de “Himno generacional”. Son de esas que te sorprenden cantando con los ojos cerrados. En este caso van además teñidas, de pena ya que según lo que he leído, han sido dos años bastante malos a nivel personal para ellos, en especial para Jorge que ha tenido que lidiar con importantes problemas de salud de su pareja. Así pues en el disco se adivina cierta melancolía pero se proyecta también esperanza, energía y fuerza. Supongo que una vez más, la música ha tenido ese poder curativo. Digamos que la escucha de las mismas no provoca el pensamiento de “son para cortarse las venas”. Mantienen el vigor, el pulso y la frescura que caracteriza su repertorio habitual. El caso es que el otro día, por lo que sea, faltó algo para alcanzar el nivel que les hemos visto otras veces. (Por ejemplo, en el Santander Music Festival de hace unos años) La voz de Jorge sonaba rara, a veces parecía que estaba cantando por un megáfono. No se si estaba constipado, cansado de la gira por México, o que tocar la noche antes con Sidonie en Madrid, pasa factura. Me faltó tensión y emoción… Creo que fue una de esas ocasiones, en las que lo que pasa arriba no traspasa a la gente, o al revés. Son vasos comunicantes. Al final tienes la sensación de que todo muy bien, muy aseado, muy correcto, pero el resultado final es similar a “Los conciertos de Radio 3”. Público como figurantes y el grupo que parece con el freno de mano echado. Como si lo estuvieras viendo por la tele. Faltaba chicha, no puedo explicarlo mejor. Creo que esas canciones dan para mucho más zumo… Nunca ganaremos el mundial (se atreven a seguir cantándola), El eje del mal, Van a por nosotros, Cajas tristes, Dices que no, o Crónico son un arsenal del que pocos pueden presumir… Con Younger o Febrero no puedo decir lo mismo, aquí creo que La Habitación Sonroja. Tienen un puntito demasiado moña, pero bueno, es un porcentaje mínimo en su brillante catálogo. Así pues, esta vez, la combinación la Rickembacker y Jaguar no fue suficiente, la incorporación de una tercera guitarra y teclado en directo, aunque se notó, tampoco salvó los muebles … algo pasó, lo mismo los “zombies” de los alrededores del polígono se comieron el espíritu de todo el mundo. Calculo que un centenar aproximadamente, en esa sala parecen menos aún. Despedida con Joy Division (Love will tear us apart) y al mirar el reloj, compruebo que por lo menos, a pesar de todo, nos dedicaron una hora y cuarenta minutos. Otros no superan los setenta minutos, haya cien o trescientos.

Texto: Santiago V.M.
Fotos: Jorge López Tamames