La herida está abierta, llora el corazón. (DEP Germán Coppini)

Otro motivo para odiar las navidades, para aborrecerlas más si cabe. Hace muchos años ya que estas fechas me apestan sobremanera. Me crispan los villancicos, me desquician las voces de los niños de San Ildefonso, no puedo con los programas benéficos de la televisión, en general con toda la basura que proyectan. ¿Tiene que haber todos los años un especial de Raphael? Por Dios… (Y no tengo nada en su contra, pero es demasiado). Por no hablar de los anuncios de perfume con voces en off que parecen atragantarse en francés. Cuando la gente te espeta un “Felices fiestas” contesto con desgana y entre dientes “igualmente”. En realidad les quiero decir “¿Felices?, serán para ti”.
Este año para rematar, después de la cena de nochebuena, buceé una vez más en el foro del “Azkena Rock Festival”. Mis ojos se quedaron clavados en el siguiente mensaje “Descanse en paz Germán Coppini. No pude evitar pensar en alto y solté unas cuantas veces un amargo “No me jodas, no me jodas, no me…” Mi familia me preguntó qué pasaba. Todavía “chocado” por ese impacto inesperado mascullé sin girarme “Ha muerto Germán Coppini”. Seguí dándoles la espalda un rato, que no quería que me vieran débil y lloroso. Curiosamente treinta años antes el cantante había visionado su muerte con Golpes Bajos. En “Lágrimas” imaginaba su entierro sin una sola lágrima. Siento que el bueno de Germán erró su vaticinio e imagino que unos cuantos, igual que yo, hayamos llorado su pérdida. En cierta manera, me siento en deuda con él y otros músicos que fueron el principio de esta pasión en que se ha convertido para mí la música.
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