Quique González vuelve sobre sus pasos

La cabra tira al monte y el bueno de Quique, por mucho que su popularidad crezca, sigue manteniendo el espíritu del músico de sala. Yo creo que la gira “Desbandados” es una excusa para darse el gusto, el momento para mirar atrás, tocar con poco, retomar temas del baúl de los recuerdos, hacer versiones… recuerdo cuando giraba presentando Kamikazes Enamorados, era un poco así, escribiendo el guión sobre la marcha. El viernes dieciocho tuvimos la oportunidad de volver a esa época, cuando era más anónimo y saber de dónde viene en lo que hoy se ha convertido. En show es más libre y distendido, el corsé de una banda no aprieta y los errores no penalizan porque los saltos son con red. Hay cierta sensación de ensayo a puerta abierta, complicidad… Quique no deja espacios en blanco, entre canciones siempre da charleta. Sólo ser ponía solemne delante del piano, como tiene que ser. Está locuaz, es cierto que esto desengrasa y hace más dinámico el espectáculo. Los silencios mientras los músicos afinan suelen acabar cansando.
Eso sí, la dimensión del madrileño es tal, que incluso esta reconversión a concierto acústico en lugares más pequeños pasa por un sitio como el teatro CASYC que debe tener unas quinientas o seiscientas plazas, lo que no supone demasiada intimidad. No en vano presentó Avería y Redención aquí, con la Aristocracia del Barrio y ya era mucho, pero es que lo siguiente fue la sala Argenta del Palacio de Festivales. Entiendo que aunque de un paso para atrás, ya no podrá ser por debajo de esto, a no ser de cogerlo en alguna actuación sorpresa.
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