Marlango: por el puente de Carriedo

Marlango

Tímida, ausente, delicada, distante. Así se mostró Leonor Watling en el escenario del Palacio de Festivales el pasado viernes. El concierto de Marlango comenzó tranquilo, demostrando dos hechos que serían una constante durante toda la noche. Uno: el sencillo juego de luces que llevaban, seis torres con focos y unos displays, resultaba muy, muy efectivo. Y dos: Leonor no hablaba, sólo susurraba, pero cuando se ponía a cantar, llenaba ella sola la sala.

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